domingo, 8 de diciembre de 2024 02:08
No hay duda de que la Navidad es un tiempo en el que muchas personas se sienten contentas. Más allá de la fiesta religiosa, los regalos y la comida, en muchos hogares hay un ambiente de reencuentros, alegría y amor que los hacer sacar lo mejor sí mismos.
Pero no todos viven esta celebración de esa manera. Existe “la otra cara de la Navidad” y también de Año Nuevo. Más allá de los casos concretos o razones específicas, ¿por qué hay personas que en plena época navideña se sienten tristes?
Aunque no está establecido como un trastorno, la “depresión blanca” o “blues de Navidad” es un estado de ánimo negativo temporal hacia todo lo que tiene que ver con esta época. Los síntomas son múltiples: insomnio, ansiedad, tristeza, falta de apetito, mal humor, estrés, depresión.
Patricia Bermúdez Lozano, psicologa, indicó que las percepciones psicológica, familiar, social y económica son factores que influyen en la “depresión blanca”.
“Para algunos es una época de mucho estrés y desgaste, de desmotivación por no tener una estabilidad económica o de desestabilización psicológica por problemas no resueltos en su vida personal, como no haber cumplido metas por diferentes razones, o por estar en duelo por la pérdida de seres queridos”, manifestó.
Y agregó que esta depresión navideña “puede estar predispuesta genéticamente en aquellas personas que han tenido familiares que padecen de una depresión severa”.
Si la Navidad supone estrés o te deprime un poco, quizá te puedan ser útiles las acciones que Bermúdez Lozano sugiere para salir del abatimiento:
Gestionar nuestros pensamientos: “Hay que fijarse en los aspectos positivos de las personas y de la festividad. No cerrarnos a que todo es negativo”.
Perdonar: “A veces cargamos con emociones que no son saludables para nosotros. Hay que hacer una reflexión interna y ser honestos con nosotros mismos. Perdonarnos si reconocemos que hicimos algo mal y perdonar a los demás también”.
Realizar actividades placenteras: “Hablar con los amigos, dar una vuelta, incluso bañarnos tranquilamente (a veces con las prisas de todos los días no lo hacemos) puede ayudarnos a relajarnos y tener una mejor perspectiva de las cosas”.
Darnos cuenta de que no somos los únicos que nos sentimos así puede ayudar: a muchos les sucede, no hay nada terrible en eso.
Realizar actividades altruistas: “Hay que pensar en los demás. Mucha gente sufre, pero nos encerramos en que ‘sólo somos nosotros’ y no es así. Si ayudo a otro, eso me hará sentir mejor”.
Tomar terapia: “Si es muy necesario, debemos ser atendidos por profesionales de manera inmediata y tener un tratamiento que nos permita salir adelante y no caer en depresión”.
La profesora Bermúdez Lozano comentó que no se debe pasar por alto lo que se conoce como el trastorno afectivo estacional. De acuerdo con un Instituto de Salud Mental, esta condición es un tipo de depresión que se caracteriza por su patrón estacional recurrente, con síntomas que duran entre cuatro y cinco meses al año.
Su origen tiene que ver con otros factores y no con lo que la Navidad supone.
Más allá de los innumerables estudios que se han realizado con respecto a como el estrés influye en nuestro cuerpo, podemos afirmar que es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada. Y, sin lugar a dudas el fin de año tiene un poco que ver con eso.
Gran número de evidencias sugieren que el estrés tiene un papel preponderante en varios tipos de problemas crónicos de salud, particularmente en las enfermedades cardiovasculares, las afecciones musculo-esqueléticas y las psicológicas.
En este punto, es importante tener en claro que no son las situaciones las que nos alteran o nos enojan, sino que es nuestra propia forma de actuar antes determinadas circunstancias las que nos mueven rápidamente al enojo, al desborde y a la impaciencia.
Entonces, la estrategia más adecuada para controlar el estrés en estas fechas, y evitar el desgaste y agobio, depende de la actitud con la que afrontemos los sucesos imprevistos o indeseados e incluso justamente con el tipo de personalidad que cada uno tiene.
La Psicóloga Adriana Alonso especialista en Psicocardiología nos explica que existen numerosas investigaciones que ponen de manifiesto la relación del Patrón de Conducta tipo A (PCTA) con desórdenes clínicos coronarios, sugiriendo que éste es predictor de la enfermedad coronaria e indicando al componente hostilidad como el más perjudicial de dicho patrón.
Las personas hostiles han sido caracterizadas por esperar lo peor de los demás, estar siempre a la defensiva, crear ambientes de tensión y competitividad, en la medida que perciben al entorno como el lugar de una lucha incesante para alcanzar sus objetivos, y permanecer en estado de alerta y vigilancia (control) sobre los otros. Así, partimos de la hipótesis de que son más vulnerables a desarrollar enfermedad coronaria.
Tienden a consumir mucha energía física y emocional, perjudicial para nuestra salud y especialmente la de nuestro corazón.
Las distorsiones cognitivas asociadas a la HOSTILIDAD juegan un papel fundamental en la IRA y AGRESIVIDAD de estas personas.
Además de estar asociada a conflictos interpersonales y a mayores niveles de estrés interpersonal.
Algunos consejos simples
La Fundación Cardiológica Argentina nos acerca algunos consejos Entonces para saber cómo podemos combatir el estrés de fin de año:
No preocuparse por aquello que no se puede controlar.
Focalizarse y hacer algo en relación a lo que sí se puede manejar.
Prepararse lo mejor posible para posibles situaciones a enfrentar.
Pedir ayuda en vez de creer que uno puede hacerlo todo solo.
Aprender a delegar y no creer que “yo lo hago mejor que los demás”.
Aprender a organizar correctamente el tiempo para que todo lo que se deje pendiente no estrese.
Establecer objetivos y prioridades.
Pensar en positivo es fundamental, las cosas saldrán bien y las disfrutaremos.
Evitemos quejarnos por las dificultades que se presenten, y tomemos las fiestas y el fin de año como un momento para compartir con los afectos de la manera deseada y no como es la debida.