Sobre la prisión domiciliaria y los juicios por corrupción que acorralan a Cristina Fernández se refleja una triple crisis que está atravesando el peronismo. Existe una conducción que pierde autoridad de manera acelerada. Está a la vista un proceso de desgajamiento interior que se manifiesta en el Congreso. Esos acontecimientos esterilizan cualquier posibilidad de revisión del pasado y de recrear expectativas populares a futuro.
El ejemplo elocuente de lo que le sucede al peronismo (o kirchnerismo) está dado por su conurbanización. Una palabra familiar entre los mandatarios del PJ que no pertenecen al principal distrito electoral. En aquel territorio, en verdad, libra su batalla la expresidenta con el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Ni siquiera ellos dos serían los portadores de las armas decisivas. Quedó claro después de las elecciones de septiembre y de octubre que los intendentes representan un nuevo sistema de poder con grados de autonomía. El resto de las provincias pejotistas miran por ahora esa pugna como simples espectadores.
En octubre el peronismo se impuso en ocho provincias, si se computa Santiago del Estero del caudillo ex radical Gerardo Zamora. Aunque una sola de aquéllas llevó la marca de Fuerza Patria. Tal desacople empieza a observarse en la reconfiguración del Congreso. Especialmente en Diputados. Hay gobernadores que buscan atajos para los tiempos que vienen, a fin de no quedar atrapados en las rigideces ideológicas que todavía imperan en los bloques de Unión por la Patria.
Los agrupamientos en el Congreso se relacionan con la idea de que a mayor número serán mejores las posibilidades de integrar las comisiones que se delinearán el mes que viene y entrarán en vigencia en marzo. Los agrupamientos en el Congreso se relacionan con la idea de que a mayor número serán mejores las posibilidades de integrar las comisiones que se delinearán el mes que viene y entrarán en vigencia en marzo.
Hay en aquel agrupamiento varios actores. En la primera línea figuran Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca), Gustavo Sáenz (Salta) y Hugo Passalacqua (Misiones). A metros de distancia se mueven aún con independencia Rolando Figueroa (Neuquén) y Zamora (Santiago del Estero), futuro senador. El patagónico no querría perder identidad; de allí el nombre pintoresco que eligió para su grupo en el Parlamento: “La Neuquinidad”.
Del recorrido final de todos ellos depende un asunto crucial. Que la oposición principal deje de ser la primera minoría en Diputados. Podría pasar a manos de La Libertad Avanza. ¿Un salto de los pejotistas al mundo libertario? Para nada. Sencillamente la conformación entre, al menos cuatro de ellos, de un bloque o un gran interbloque provincial que bascule entre el poder y la oposición. No será una ganancia numérica explícita para LLA. Será una pérdida para Unión por la Patria. Este bloque está solo a tres diputados de dejar de ser la primera minoría.
La cara más visible de la disidencia es la del salteño Sáenz. El único que se ocupa de remarcar que el liderazgo de Cristina estaría concluido. Tiene, pese a todo, un cuidado. Como el resto. Elude cualquier referencia a la prisión y las causas de corrupción de la expresidenta. Hace hincapié, como sus socios, en la necesidad de reparar en que las gestiones provinciales no queden paralizadas por el conflicto kirchnerista.
En el mundo de aquellos gobernadores trazan un panorama crudo. Cristina seguirá presa, el escándalo de los Cuadernos de las Coimas que desnuda un enriquecimiento descomunal de los Kirchner, tampoco se detendrá al menos hasta 2027. Se avecinan otros juicios, como el de los hoteles Los Sauces-Hotesur (sospecha de lavado de dinero) donde también está implicado Máximo Kirchner. Titular del peronismo bonaerense pese a la resistencia de muchos intendentes. En tales condiciones consideran imposible alguna autocrítica ni el despunte de una renovación.
La cuestión sería para ellos como pararse ante las reformas que empuja Javier Milei. El Presupuesto y los proyectos laboral y tributario. Aquí se advierte entre los gobernadores una coincidencia. Estiman que el líder libertario, más allá de los costos sociales, ha tomado el rumbo correcto con la estabilización de la macroeconomía y la lucha contra la inflación. Habría que escuchar en ese aspecto consideraciones del catamarqueño Jalil. No difieren conceptualmente sobre lo que piensan muchos de sus pares dispuestos a agruparse en bloques provinciales. El gobernador destaca que siempre habría que privilegiar el diálogo sobre el conflicto, al margen del signo del gobierno que ejerza el poder. Se anima incluso a comparaciones osadas, con seguridad, para los kirchneristas. “Milei es muy parecido a Néstor Kirchner”, sostiene (26/11 en Direct TV). Lo fundamenta en la obsesión de ambos por los ingresos y egresos del Estado, el manejo de los recursos y la defensa del superávit fiscal. Admite también esa similitud en ciertas formas del ejercicio del poder.
Aquel grupo aún no amalgamado de gobernadores pejotistas miran con interés otros movimientos en el Congreso. Vale dejar en claro una cosa: los agrupamientos de ahora tienen relación con la idea de que a mayor número serán mejores las posibilidades de integrar las comisiones que se delinearán el mes que viene y entrarán en vigencia en marzo, cuando se abra el nuevo período de sesiones ordinarias.
En Provincias Unidas, cuyas mayores referencias son Maximiliano Pullaro, de Santa Fe, y Martín Llaryora, de Córdoba, se detectan fuertes discusiones que tienen como eje a dos dirigentes: Miguel Ángel Pichetto, de Encuentro Federal, y Gisela Scaglia, vicegobernadora electa diputada por Santa Fe. El ex candidato a vicepresidente de Mauricio Macri tenía todas las cartas para ser el próximo jefe de aquel bloque. Contaba, en ese sentido, con un par de respaldos fuertes: los de Llaryora y Juan Schiaretti.
Pero Scaglia resolvió, luego de haber participado en la última cumbre del PRO, abandonar su partido y sumarse a Provincias Unidas con una condición: que sea su conductora. Pullaro repite que debe estar en el Congreso “para defender los intereses de la provincia”. Aunque los objetivos del mandatario provincial también podrían ser otros. El santafesino logró hacer un tándem efectivo con Ignacio Torres, de Chubut, y juntos neutralizaron el apoyo cordobés que había recibido Pichetto. Otra crisis: el nacido en Banfield, aunque representante de Río Negro amenaza con dejar el bloque junto al bonaerense Nicolás Massot.
El gobierno de Milei observa todas esas desventuras con enorme simpatía. Diego Santilli, el ministro del Interior, aportó su leña al fuego con promesas a los reclamos de los gobernadores colaboracionistas que habrá que ver si la billetera de Luis Caputo, el ministro de Economía, las permite. El ex dirigente del PRO garantizó que existirá un mayor flujo de fondos. Aunque evitó precisar de qué manera se canalizarían. ¿Con ATN (Anticipos del Tesoro Nacional) o con la autorización de endeudamiento como pretende Kicillof en Buenos Aires? No es lo mismo una cosa que la otra.
El Presidente está empeñado en no malgastar el capital político y social que reconquistó en las legislativas de octubre. Lo va a necesitar cuando empiece a desarrollarse a pleno el 2026 y se hagan más visibles las secuelas del ajuste necesario, pero mal planificado, que va dejando huellas profundas en la producción, el empleo y los ingresos.
