La revolución que cambió Catamarca
En la madrugada del 18 de agosto de 1862, doña Eulalia Ares de Vildoza, dama de la alta sociedad catamarqueña, organizó y lideró un grupo de mujeres y algunos hombres del pueblo para tomar el control de la Casa de Gobierno. El objetivo: restablecer el orden constitucional en la provincia tras el exceso de mandato del gobernador interino Moisés Omill.
Acompañada por su familia y vecinos, Eulalia planificó la operación en la iglesia del pueblo, donde las mujeres cambiaron sus faldas por ropa de hombre para sorprender a los guardias. Pistola en mano, exigió la entrega de Omill, quien logró escapar gracias a frailes del convento de San Francisco que le proporcionaron un hábito y un caballo para huir a Tucumán.
Gobernadora de hecho por un día
Durante aproximadamente 24 horas, Eulalia Ares ejerció el poder de hecho en Catamarca. Ordenó rezos de acción de gracias, engalanó los frentes de las casas y distribuyó limosnas a los más necesitados. También organizó un plebiscito ciudadano, que designó a Pedro Cano como gobernador interino hasta la llegada del titular, Ramón Rosa Correa, quien asumió el mando 12 días después, el 30 de agosto de 1862.
Contexto histórico
La revuelta se enmarca en la época conocida como la “Noche de los Siete Años” (1862-1868), marcada por conflictos entre sectores políticos locales tras la victoria de Bartolomé Mitre en Pavón (1861) y la presión por imponer gobiernos afines a Buenos Aires. La familia Ares, y en particular José Domingo Vildoza, esposo de Eulalia, tuvo un papel clave en la organización del levantamiento.
Legado y homenaje
La “Revolución de las Mujeres” quedó en la memoria de Catamarca como un ejemplo de liderazgo femenino, compromiso cívico y valentía. Eulalia Ares de Vildoza continuó participando en la vida social de la capital catamarqueña hasta su muerte el 16 de junio de 1884 en Ipizca, Ancasti, dejando un legado histórico que aún inspira reconocimiento y homenaje en la provincia.