Nikki Seaman, una emprendedora de 29 años y residente de Atlanta, tuvo una idea creativa a raíz de una necesidad y lanzó su marca. Si bien comenzó como su trabajo secundario, en menos de cuatro años pasó de ganar 10.000 dólares a obtener ganancias mensuales de seis cifras.
En plena pandemia de 2021, las barras para servirse aceitunas en las tiendas comestibles cerraron y Seaman tuvo que dirigirse al supermercado a comprar un frasco para saciar su antojo. Su disgusto la llevó a una idea que terminó por cambiar su vida. “No me convencían en cuanto a calidad y comodidad, así que decidí crear una forma más fácil y agradable de comer aceitunas”, explicó en una entrevista para Entreprenur.
En ese momento, la mujer realizaba prácticas en la empresa de consultoría Bain & Co y decidió invertir tiempo en el proyecto. Comenzó centrándose en los consumidores, leía informes y realizaba encuestas para conocer la demanda. “Me paraba en el pasillo de aceitunas en el supermercado y entrevistaba a los amantes de las aceitunas sobre sus preferencias”, recordó.
Finalmente, se unió a un socio y lanzó la idea al mercado. Según indicó, la inversión fue de US$50.000 para el diseño de empaque, materiales y primera tirada de producción. Al producto lo probaron primero en línea.
“En los dos primeros días de lanzamiento, vendimos más de US$10.000 en bocadillos de aceitunas. Empecé a ver ingresos constantes solo después del primer año, una vez que nuestros productos llegaron a las principales tiendas y la demanda era un poco más predecible”, explicó.
Desde entonces, su emprendimiento ha crecido: “Hemos experimentado una fuerte velocidad de venta y ganancias mensuales de seis cifras”. Entre las causas de la expansión consideró la distribución minorista y una alta tasa de repetición de compras.
Al mirar hacia atrás, la emprendedora reconoció que tendría que haber tomado más tiempo para crear un equipo de ayuda en las ventas. “Al principio me encargaba de todo, desde enviar muestras hasta gestionar QuickBooks y responder correos electrónicos de clientes a medianoche. Era un trabajo rudimentario, pero también agotador e insostenible”, recordó.
Y remarcó a los emprendedores: “Para tener éxito, necesitas agallas, pasión y perseverancia. Te enfrentarás a muchos rechazos, tendrás que afrontar desafíos operativos y, a veces, sentirás que el mundo se derrumba a tu alrededor”. “Emprender es una montaña rusa”, graficó.
Hoy Freestyle Snacks, su empresa, se encuentra disponible en aproximadamente 5000 tiendas de Estados Unidos. “Y apenas estamos empezando”, apuntó Seaman.
Sobre sus sensaciones ante el éxito de su idea, la joven de Atlanta manifestó sentirse contenta y plena con el desarrollo de su negocio: “Me encanta crear algo de la nada y ver cómo la gente lo disfruta de verdad. Es un placer cuando alguien descubre Freestyle Snacks y comparte lo esencial que se ha convertido para ellos, ya sean diabéticos, busquen un refrigerio bajo en calorías o simplemente tengan antojo de una buena aceituna”.