El irlandés Shane Lowry y el estadounidense Scottie Scheffler llegaron juntos al green del 18 en Royal Portrush para ejecutar el último putt del día. El público los recibió con aplausos, una fervorosa muestra de cariño hacia el jugador local, y una evidente señal de cortesía y admiración respecto del oriundo de Nueva Jersey.
Lowry cumplió su trámite con un putt adicional, tras quedarle la pelota al borde del hoyo, y cerró la segunda vuelta de The Open Championship con 72 golpes (+1) y un total de 142 (par) para superar el corte clasificatorio de las dos primeras jornadas (fue de 143, es decir, +1). A Scheffler le sucedió lo mismo. Luego de la intervención de su compatriota Collin Morikawa (eliminado, con 149, +7), ubicó la pelota, estudió la caída del green y se preparó. Tenía la chance de igualar el récord del campo, con 63 impactos, llegar a -11 y terminar líder el día con dos de ventaja, para afrontar con mayor confianza los 36 hoyos finales. Scottie intentó el birdie, pero falló. El putt, de unos 5 metros, quedó a un par de centímetros de caer junto a la bandera.
No obstante, Scheffler completó una gran tarjeta: con sus 64 golpes (-7) se ubicó en la cima de las posiciones, acumulando 132, y la euforia por levantar la jarra de plata no mermó. “Me encantaría ganar este torneo. Suelo preguntarme: ¿por qué tengo tantas ganas de ganarlo? Sería genial y me emociono de sólo pensarlo, porque he trabajado toda mi vida para ser bueno en este deporte. Pero, por otro lado, pienso que esa sensación dura un par de minutos y listo, no llena lo más profundo del corazón. El golf es importante, pero no tanto como la vida”, relativizó el número 1 del ranking, de 29 años, y doble campeón del Masters de Augusta.
Scheffler fue el hombre del día. Le tocó luchar contra las malas condiciones climáticas y salió airoso. Pese a la lluvia y el viento pudo realizar una vuelta sensacional, demostró un amplio dominio de los links y muchas veces se manejó priorizando la prolijidad. Es decir, tratar de evitar errores por encima de propiciar aciertos. Y las performances realizadas en los primeros 36 hoyos del último major de la temporada lo posicionan como el gran candidato a suceder al californiano Xander Schauffele, vencedor hace doce meses en Royal Troon, oeste de Escocia. El último puntero del ranking mundial que mandó en el Open después del corte clasificatorio fue Tiger Woods, en 2006, y levantó el trofeo.
Scheffler no goza de mucha experiencia en el Abierto Británico: está recién en su quinta participación. De todos modos, se ha desenvuelto con aplomo y seguridad a lo largo del complejo recorrido de este campo, que recibió al Open en 1951 y en 2019. El primer día (hizo 68), Scottie dio muestras de su idoneidad para enfrentar y controlar la adversidad, y gracias a eso logró abrirse camino hacia la punta de la clasificación.
“El viento, obviamente complica el juego y la lluvia le agrega un toque diferente de dificultad, especialmente a la hora de golpear la pelota en las salidas. Se junta un poco de humedad entre la cara del palo y la pelota, eso se ve sobre todo en los palos más largos y en las maderas… Algo que suele ser bastante desafiante”, comentó. ¿Su vuelta? Incluyó ocho birdies y un bogey. Magistral.
¿Cómo quedaron detrás del líder? El inglés Matt Fitzpatrick mejoró un golpe (66) respecto al jueves y terminó segundo de Scheffler, a uno de distancia, con 133 y un total de -9. También concretó 8 birdies, pero cometió tres bogeys y por eso selló un -5 en la jornada.
Con 134, en el tercer puesto, quedaron dos jugadores que dieron pelea a lo largo de todo el día en Royal Portrush Golf Club. Por un lado, el estadounidense, Brian Harmann, un golfista que con el correr del tiempo se ha convertido en un experto a la hora de interpretar el juego en los links, y por otro, el chino Haotong Li, que en esta ocasión pretende hacer historia para su país. Harmann firmó una tarjeta de 65 golpes, mientras que Li, rubricó una de 67. “Lo que me gusta de recorridos como el de esta cancha es que obligan a ser creativo. Hay diferentes maneras de atacar el green”, señaló Harmann, integrante de uno de los grupos que salieron a jugar en los momentos de clima más revuelto, con fuertes chaparrones y vientos incontrolables.
Las agotadoras jornadas de clasificación, que se inician a las 6.35, constituyen un desafío extra para los participantes y superar el corte ya es un éxito, el primero del fin de semana en Royal Portrush. Quedan alrededor de 70 aspirantes a quedarse con la Jarra Claret. Vienen horas de suspenso y emoción en el campeonato de golf más antiguo de todos los tiempos.