Mario Eduardo Carranza alias «Lalo» (63), detenido por el femicidio de Alicia Suárez (40) ocurrido el domingo 6 de abril en el norte de la Capital, fue indagado ayer pero se mantuvo en silencio.
El hombre, imputado por “homicidio doblemente calificado por mediar una relación de pareja y por haber sido cometido por un hombre en contra de una mujer en contexto de violencia de género (femicidio) en calidad de autor”, es defendido por el defensor oficial Efraín Morcos y, haciendo uso de sus derechos optó por no declarar.
La audiencia se llevó a cabo ayer a la tarde en las instalaciones de la Fiscalía de Violencia Familiar y de Género a cargo de Ruth Alejandra Antonino.
Desde el área de prensa del Ministerio Público Fiscal explicaron que la fiscal avanzó en el proceso de investigación con el pedido de la planilla de antecedentes, y que además solicitó audiencia de control de detención, para que el sujeto continúe detenido mientras se realizan las pruebas correspondientes para esclarecer el hecho.
Vulnerabilidad extrema
Como en el caso del femicidio de Milagros Vázquez (ver nota anterior), la situación de Alicia Suárez era conocida por el Estado Provincial. Según la información a la que pudo acceder El Ancasti, sus hijos menores de edad están institucionalizados y el padre de éstos permanece detenido en el penal de Miraflores cumpliendo condena. El Estado sabía de su existencia, sus limitaciones y sus carencias.
Alicia tenía graves problemas de adicciones. Sus vecinos dan testimonio de las situaciones que vivía, que por lo general no tenía qué comer y que le habían robado hasta los sanitarios de un baño o letrina que tenía en su modesta casa del barrio Altos de Choya. Eventualmente recibía comida de un comedor cercano pero de acuerdo al testimonio de vecinos, vivía de la caridad pública.
Fue degollada el domingo supuestamente por Carranza, su pareja. Presuntamente -porque es materia de investigación por parte de la Fiscalía-, el día anterior los dos comenzaron a compartir sustancias y bebidas alcohólicas.
Según el informe de la autopsia, murió por shock hipovolémico masivo con hemorragia producida por herida cortante en el cuello. También tenía lesiones en el rostro y en el abdomen.
La fiesta había comenzado en la casa del agresor, que queda aproximadamente a ua cuadra de su domicilio, al que se trasladaron al día siguiente y donde se produjo el salvaje ataque.
Se pudo conocer que en su hogar no había agua corriente ni energía eléctrica, lo que retardó las pesquisas del personal de las divisiones de Homicidios y de Criminalística de la Policía, quienes debieron alumbrar la escena con luces alimentadas con un grupo electrógeno o generador.
En un primer momento la causa estuvo a cargo de la fiscal Paola González Pinto, quien ordenó detener provisoriamente a dos hijos del agresor de entre 30 y 35 años y otro individuo de 50, quienes luego fueron liberadosn