A fines de 1963, un grupo de jóvenes terminó su servicio militar en el Regimiento Aerotransportado 17 de Catamarca, donde habían tenido la oportunidad de hacer algunos saltos en paracaídas. Para no perder el contacto comenzaron a reunirse en plazas y casas particulares, hasta una noticia les dio la idea de formar un club. Este 20 de febrero, el Club de Paracaidistas de Catamarca cumplió 60 años y lo festejó con una cena. Su presidente, Mario Argerich, hijo de uno de los socios fundadores, trabaja para mantener viva una pasión que atravesó varias generaciones. Con el recuerdo de los mejores momentos, hoy sueñan con una casa propia que les permita seguir creciendo.
“Con el cuerpo confiado en la tela, puesta el alma en las manos de Dios”, fue el lema que eligieron los socios aquel 20 de febrero en el Club Defensores del Norte, cuando firmaron el acta de nacimiento del Club de Paracaidistas. La idea estaba dando vueltas desde que habían comenzado a reunirse en lo que es hoy la Plaza Virgen del Valle y la Plaza de Villa Cubas. Tenían conocimiento de otros clubes en Tucumán, Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, pero el empujón final llegó cuando supieron que, en Córdoba, estaba practicando el catamarqueño Carlos Olima.
Armando Díaz, Roque Nieva, ‘Pucho’ Argerich, ‘Chichi’ Brizuela, el ‘Negro’ Espeche y el propio Olima fueron los que tomaron la bandera. Olima fue el nexo con Córdoba, y esa fue la base para la creación del club y sus estatutos.
“Estos 60 años nos encuentran en una etapa de volver a las bases, a nuestras raíces. El municipio nos va a donar el terreno para que podamos levantar nuestra sede, y por qué no soñar con nuestro avión”, auguró Argerich.
Tiempos de gloria: los aviones
El primer avión llega al club en 1970. ‘Pucho’ Argerich había representado a Catamarca y era campeón argentino en 1.500 metros, altura en la que obtuvo un récord nacional en precisión de aterrizaje, y había viajado a torneos en Río Tercero y Alta Gracia. Junto a Rubén Cordero y Ramón Rodríguez, en su viaje de regreso vieron en la Escuela de Aviación un Ranquel 150 que se les fijó en la mente.
“Para comprarlo necesitaban una garantía bancaria y, en medio de la reunión en la que trataban el tema apareció don Hipólito Nicanor Rodríguez, sacó la escritura de su casa y la puso en la mesa. Así pudieron traer el avión”, contó Mario Argerich.
El Club de Catamarca fue el organizador, un año después del primer campeonato del NOA; y en 1974 de un Campeonato Argentino. Diez años más tarde, con algunos ahorros que consiguió gracias a los aportes de distintos festivales a los que el club llevó la disciplina, y gracias a la gestión de Eduardo Luna, que hizo el vínculo para conseguir un subsidio de la Fuerza Aérea, cambiaron el Ranquel 150 por el Cessna 182. Años más tarde, cambiarían este por un Cessna 206. Eran los tiempos dorados del club, que era uno de los más importantes del país y uno de los pocos que contaba con un avión para cinco paracaidistas.
“En esos años teníamos todo. Se hacía el curso, tenías los equipos, todo. Hoy para hacerlo lo más cerca es Córdoba o Santiago del Estero”, contó Argerich. Tenían la sede en el viejo Aeródromo de Choya, que hoy es una de las avenidas más transitadas del norte de la Capital.
Una caída que resultó un símbolo
Para aprovechar el capital adquirido, el Cessna 206 hacía vuelos de caudales para el Banco de Catamarca. En un vuelo de rutina, a principios de los ’90, se plantó el motor del Cessna y el avión tuvo un accidente en la montaña, sin lamentar muertes. Fue lo que precipitó la inactividad del club, que poco a poco fue perdiendo su espacio, sus equipos y sus actividades.
“En 1995 comenzó un impasse. Recién para 2010 volvieron con algunas reuniones, con el gobierno de Lucía Corpacci recuperamos la personería jurídica, y desde entonces comenzamos a organizar torneos, siempre pensando en homenajear a quienes fueron parte de nuestra historia”, comentó Mario, en relación con el ya clásico evento que realizan, siempre en ocasión de la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho.
“Hoy tenemos entre 30 y 40 socios. Tenemos un perfil bajo, pero estamos trabajando en nuevos torneos y organizaciones. Además de Walter Breppe, que nos representa a nivel internacional, tenemos a la primera jueza catamarqueña, Marcela Rodríguez, distinguida a nivel nacional. Nuestro objetivo es volver a incentivar y mostrar la actividad. Muchos que vivieron por esos años recuerdan que todos los fines de semana la actividad era ir al Aeródromo a ver llegar a los paracaidistas, que eran como nuestros ídolos”, recordó Argerich.
Aportes históricos
Por el club pasaron nombres que aportaron a la historia del deporte local. Desde ‘Pucho’ Argerich a fines de los 60; pasando por Luis Lauría y su representación panamericana en Perú; Guillermo Dré con un mundial en Bulgaria y un latino en Brasil; Rubén Oscar Ponce con su campeonato argentino en 1986; Gabriela Cordero, en el latino 1988; Luis Herrera con su récord en formación en vela; hasta llegar actualmente a Walter Breppe, que en 2023 estuvo participando en latino en Paraguay y el año pasado en el mundial de Dubai.
Las Tres Marías
María Josefa Cárdenes,María Angélica Aparicio y María Esther Cruz fueron las primeras mujeres paracaidistas de Catamarca. Pioneras a finales de los ’60 cuando el paracaidismo era cosa de hombres.
Texto: Peze Soria
Fotos: gentileza Mario Argerich