domingo, 16 de marzo de 2025 02:09
Entre abrazos y aplausos para su abogado recibió Edgar Adhemar Bacchiani la sentencia a 9 años de prisión que le impuso la Cámara Décima del Crimen de Córdoba por medio centenar de casos de estafa. El empresario consideró que el fallo de los jueces Carlos Palacio Laje, Mario Centeno y Juan Rojas Moresi era una victoria, y tenía razones para verlo de ese modo, ya que en definitiva consiguió una pena inferior a la que él mismo había acordado. Con un record de cuatro defensores diferentes en un par de audiencias, Bacchiani fue mutando su estrategia en el juicio, y al cabo selló un rápido acuerdo con el fiscal Gustavo Arocena. El trato se cerró luego de que se sucedieran formalmente tres letrados en la representación de Bacchiani, primero la dupla Ricardo Moreno y Jorge Sánchez del Bianco (fueron a la primera audiencia y renunciaron), luego el defensor oficial Aníbal Zapata (no llegó a actuar) y finalmente Eduardo Gómez Caminos. Fue con este último asesor legal que Bacchiani aceptó la oferta del fiscal, quien les detalló que contaba con demasiadas pruebas en su contra y que se exponía a una pena mucho más severa, instándolo a confesar y aceptar 10 años de cárcel. Bacchiani confesó, se declaró culpable y aceptó los 10 años, pero luego de los alegatos lo sentenciaron a 9 años: mejor todavía. Por eso la satisfacción de Bacchiani, quien interpretó que cerraba uno de los capítulos judiciales más difíciles ante la dura justicia de Córdoba (con tremendos antecedentes en casos de estafa). Superado el trámite, tenía todo listo para retornar a Catamarca, empezar a cumplir la sentencia en la celda de Miraflores donde juega de local, y enfocarse en lo que seguía.
Cambio de planes
La agenda del “Trader God” se alteró rápido, porque cuando armaba los bolsos para el regreso, la fiscal Valeria Rissi, que instruyó la causa que lo llevó a juicio, avisó: “De acá no se va nadie, todavía hay 128 estafas más que investigar”. Y de yapa ordenó allanamientos y procedimientos en Catamarca, llevados adelante por efectivos de esa provincia en colaboración con las fuerzas de seguridad catamarqueñas. Es un cambio de panorama abrupto y decisivo, porque todo lo que se investigue en adelante en Córdoba será sobre una premisa terrible: Bacchiani ya se declaró culpable de estafa, y ese antecedente pesará enormemente cuando vuelva a ser juzgado. Toda la idea de que era un negocio de riesgo, de que estaba resguardado con fondos y sus testaferros y socios lo burlaron, todo el relato de inocencia se desmoronó porque Bacchiani confesó la estafa. Lo hizo para acelerar un final, sin observar que quizás estaba mordiendo un anzuelo que representaba un comienzo de pesadilla, todo a días de cumplir tres años detenido: será el 22 de abril próximo, y ya no se sabe si estará aquí o en Córdoba para esa fecha.
Contrastes
A nadie pasa por alto el contraste entre los avances de Córdoba y el aparente estancamiento de la causa en Catamarca. Allá están avanzando en la investigación para un segundo juicio con una condena ya consumada, mientras aquí todavía se instruye el expediente. Hay una diferencia clara, aunque es un hecho que los 50 casos por los cuales se resolvió la condena son apenas una punta de iceberg comparados con la magnitud de las denuncias acumuladas en esta provincia. No obstante pesa un detalle a tener muy en cuenta, y es que lo resuelto en la provincia mediterránea influye directamente y modifica la situación de Bacchiani en Catamarca y en los demás procesos. Primero por el antecedente de la condena, y segundo porque le será sumamente difícil sostener que es inocente aquí luego de haberse hecho cargo de las estafas allá, cuando en ambos sitios sus empresas operaban de la misma forma. Sobre todo ello seguramente reflexiona Bacchiani mientras pasa sus días en el penal cordobés de Bouwer, a metros de la celda donde también se aloja Leonardo Cositorto, su alter ego en el destino.
Calientan motores
Confirmada la suspensión de las elecciones primarias, las diferentes fuerzas políticas largaron sus batallas internas para el dificultoso trabajo de elaborar las listas de candidatos, con premios tan apetecibles en el horizonte de octubre como las bancas en el Congreso de la Nación y la Legislatura local. Ninguno tendrá una tarea sencilla, porque los espacios que se ponen en juego son pocos y los aspirantes demasiados, sumado a la inexistencia de grandes electores y liderazgos capaces de resolver la cuestión unilateralmente, como sucedía hace unos años. Por eso espacios que vienen malheridos, como el radicalismo, se proponen primero definir una conducción para luego dilucidar la conformación de las listas. También los libertarios enfrentan un panorama complejo, porque están muy divididos, porque hay radicales que quieren ocupar sus lugares, y porque enfrentarán la próxima elección sin la tracción del nombre de Javier Milei en la boleta. Finalmente, el oficialismo provincial, todavía no abrió la discusión partidaria. En parte es lógico porque se mueven con el peso de la gestión sobre los hombros y tienen menos margen para el debate partidario, aunque puertas adentro la conversación ya está instalada. Se verá si el tándem Raúl Jalil, Lucía Corpacci y Gustavo Saadi, que viene funcionando aceitadamente desde hace varios años, comparte la mesa y encamina la compulsa interna, o si surge algún roce entre ellos. Son procesos para seguir, porque propios y extraños saben que lo que ocurra ahora será el prólogo para la gran competencia de 2027.
El Esquiú.com