lunes, 27 enero, 2025

Cinco impuestos que deberán recaudar más en 2025

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Está iniciando un nuevo año y la cuestión tributaria parece ser uno de los temas de mayor intensidad de discusión. Por un lado, el sector empresario pide baja de impuestos, por supuesto que cada cámara o agrupación esgrime que empiecen por lo que más les impacta a cada uno. Se da una lógica puja distributiva entre los distintos sectores empresarios.

Por otro lado, el gobierno nacional enfrenta un año desafiante en materia de recaudación: dado que ya no cuenta con el impuesto PAIS y el impuesto inflacionario, tendría una baja importante.Ahora anunció una reducción temporal de las retenciones agropecuarias, que entendemos serán financiadas con parte del superávit que se acumuló en 2024.

Dado este contexto, resulta relevante analizar lo que puede suceder con la recaudación de los impuestos nacionales, coparticipables y no coparticipables, durante 2025.

La presión tributaria de 2025 en comparación con la de 2024

Parecen una coincidencia absoluta las presiones tributarias efectivas del año 2024 y la que el gobierno nacional esperaba tener en 2025, cuando envió el proyecto de ley de presupuesto en septiembre de 2024. En efecto, de 22,95% del PBI en 2024 se pasaría a 22,92% del PBI en 2025.

Al momento de analizar el año 2025, hay dos aspectos centrales: la desaparición del impuesto PAIS por un lado y los ingresos extras que tuvo 2024, de la mano de la moratoria, blanqueo y anticipo del pago de bienes personales de los próximos años, por otro.

Respecto al impuesto PAIS, en 2024 recaudó el equivalente a 1,1% del PBI. En 2025 la recaudación debería ser casi nula. En relación a los ingresos extras, según estimaciones de IARAF es posible que 0,5% de la presión tributaria de 2024 haya estado originada en ingresos extras derivados de la moratoria, el blanqueo y el anticipo de bienes personales.

Es decir que, desde el vamos, dada una presión tributaria nacional esperada para 2025 igual a la de 2024, el gobierno nacional tiene el desafío de compensar parte de los ingresos extras de 2024 y todos los ingresos del impuesto PAIS.

En efecto, de bienes personales ya existe una pérdida equivalente a 0,29 puntos porcentuales del PBI y de PAIS se puede suponer 1,1 puntos porcentuales. La suma es de 1,4% del PBI, suponiendo que la moratoria y el blanqueo rindan en 2025 lo mismo que en 2024.

Lo más significativo es el impuesto PAIS, no coparticipable. Entonces, si el gobierno nacional espera una misma presión tributaria entre ambos años, la proyección tiene implícita una sustitución de recaudación de al menos 1,4% del PBI (ingresos extras de 2024 más impuesto PAIS no existente).

Si bien este análisis se sostiene en grandes números, es claro que el gobierno nacional tiene un gran desafío en materia de recaudación nacional durante 2025, recaudación de la cual también son parte las Provincias y la CABA.

Resulta interesante hacer el conteo de cuántos de los 10 principales impuestos se espera una suba del peso relativo de su recaudación y de cuántos se espera una baja.

El resultado da 5 subas (Ganancias, Derechos de exportación, aportes y contribuciones, combustibles y derechos de importación), 4 bajas (PAIS con baja del 100%, IVA, Bienes personales e Internos) y una igualdad (Cheque).

Es decir que hay 5 impuestos cuya recaudación nominal debería subir más que el PBI, 4 que debería subir menos y uno que se espera que suba igual, que es el impuesto al cheque, que hasta ahora ha gozado de un peso relativo muy estable.

Dado que se habla de recaudación, es necesario identificar si la mayor recaudación esperada de los cinco impuestos implica una mayor carga tributaria o no. A priori puede mencionarse que lo de Ganancias es consecuencia de la modificación realizada a mediados del 2024 y en el caso de Combustibles la proyección tiene implícita una suba real del impuesto, que sigue retrasado respecto a años previos. En los tres impuestos restantes, la mayor recaudación esperada no se relaciona con una mayor carga tributaria.

En el caso del IVA, la menor recaudación obedece al reacomodamiento del flujo de pagos a la implementación de la eliminación de las exenciones al pago de IVA al momento de ingresar la mercadería importada a la Aduana.

¿Es posible que se recaude lo esperado para 2025?

Habitualmente, las proyecciones del Presupuesto generan inquietudes respecto a su probabilidad de ejecución. Una manera de analizarlas consiste en compararlas con el promedio registrado en años previos, identificando en el promedio de los últimos 10 años aquellos de mínimos cambios de carga tributaria.

En prácticamente todos los casos el nivel proyectado se encuentra por debajo del nivel promedio. Desde este punto de vista, las proyecciones de recaudación, dado el PBI esperado, reflejan una mayoría de tributos con peso relativo inferior al promedio de años previos.

Habrá que evaluar el impacto de los menores precios internacionales sobre la base imponible de los derechos de exportación.

Este análisis permite concluir que la proyección de recaudación para 2025, al menos como porcentaje del PBI, está dentro de los parámetros verificados en otros años, dados niveles similares de carga tributaria.

Una baja de impuestos recién para 2026

Dado el contexto fiscal posible en 2025, el gobierno nacional no tendría margen fiscal para hacer nuevas bajas de impuestos que impacten durante 2025. Esto no quita la posibilidad que se pueda pensar en alguna reforma que inicie a fines de este año, con impacto pleno en la recaudación durante 2026.

Para la toma de decisiones la clave es lo que se espera, de ahí la importancia de la confirmación de alguna reforma concreta. El margen fiscal va a existir en la medida que el crecimiento de la economía genere recursos fiscales extras, yendo una parte a aumento real de gasto y otra parte a la baja real de impuestos.

Es muy importante que, a la hora de avanzar en una reforma tributaria, exista coordinación entre los tres niveles de gobierno, de modo tal de asegurar que el espacio fiscal que pueda ceder uno de ellos, no sea ocupado por los otros niveles, dejando el nivel de carga tributaria sin grandes cambios, aunque con distinta estructura.

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