lunes 23 de diciembre de 2024
Catamarca, ARGENTINA
lunes 23 de diciembre 2024
32°
Humedad: 46%
Presión: 1004hPA
Viento: N 3.58km/h
Martes.
Miércoles.
Jueves.
- El Ancasti >
- Opinión >
Algo en que pensar mientras lavamos los platos
Por Rodrigo L. Ovejero
En ocasiones no puedo evitar notar como ciertas costumbres van cayendo en el olvido –muchas veces justo- y en mi carácter de responsable de preservar toda expresión del sinsentido de la vida humana –el objetivo definitivo de esta columna, junto a la reivindicación de Eddie Sierra- siento que es mi deber escribir acerca de ellas, aunque más no sea a modo de epitafio. Por ejemplo, este año he tenido la suerte de escuchar miles de canciones sin que su melodía o letras me hayan hecho llegar el menor recado de parte de Satanás. Esta circunstancia, ahora habitual, fue hace muchos años fortuita, pues era muy difícil escuchar música en décadas anteriores sin que nos llegaran, aunque fuera de soslayo, algunas palabras del maléfico.
Desde que en la década del setenta agrupaciones religiosas aseguraran que el nombre de KISS, la banda de rock del momento, eran las siglas de Knights In Service of Satan (Caballeros en Servicio de Satanás) la música popular siempre ha tenido acusaciones diabólicas. Estas conspiraciones no se han limitado al rock, en la década del noventa Xuxa, cuyo número infantil difícilmente podía asociarse al maligno, también fue acusada de actividad demoníaca. Jamás comprobé esta teoría, según la cual si se reproducían sus cintas al revés podían escucharse mensajes de alabanza al diablo. Tuve amigos más interesados en el tema que desarmaron casetes con este objetivo, pero nunca pudieron volverlos a armar, y recibieron palabras violentas, pero no precisamente por parte de Xuxa.
Uno de los capítulos más memorables de Eerie Indiana –una serie injustamente desconocida- giraba alrededor de este asunto. Un adolescente escuchaba discos de rock que supuestamente le trasmitían mensajes desde el averno y el giro final –fantástico, sensacional- demostraba que esos mensajes provenían de un lugar mucho más cercano. Un poco más en el nivel de la realidad –pero solo un poco- vale recordar a Charles Manson, quien aseguraba recibir mensajes ocultos a través de Helter Skelter, una canción de Los Beatles. Jamás dijo que estos mensajes tuvieran por origen al mismo diablo, pero a juzgar por el destino de Sharon Tate, no creo que provinieran de un lugar soleado.
Estas acusaciones han ido disminuyendo con el paso del tiempo, a la fecha me cuesta mucho pensar en un artista que sea acusado de mensajero del demonio. Pareciera que el departamento de relaciones públicas del averno ha resuelto poner su presupuesto para publicidad en otras actividades (voy a arriesgar criptomonedas y trading, pero es solo un tiro a ciegas) ante el evidente fracaso de la estrategia anterior. Hoy podemos disfrutar – es una manera de decir – de la música más popular de la actualidad sin necesidad de arriesgarnos a vender nuestra alma por un estribillo. No quiero parecer uno de esos pesimistas que piensa que todo tiempo pasado fue mejor, pero al parecer ni siquiera el diablo quiere ser asociado a los éxitos de hoy en día.