viernes, 10 enero, 2025

Que se doble, pero que no se rompa

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En la previa de la Convención, el senador Flavio Fama advirtió sobre el riesgo de desaparición que pesa sobre la Unión Cívica Radical. Y mencionó como condición para que esa extinción no se consumara el logro de la unidad partidaria. No dijo nada respecto de sobré qué bases lograr la unidad, sino apenas recomendó “trabajar con todos los que quieran un cambio en la provincia”.

Tal vez la dirigencia radical debería ser más exigente respecto de las condiciones para la supervivencia partidaria. Por ejemplo, discutir aspectos doctrinarios, debatir miradas estratégicas sobre el rumbo político provincial y nacional, buscar una identidad partidaria perdida hace muchos años… “Trabajar con todos los que quieran un cambio en la provincia” es una propuesta muy ambigua e implica, a priori, si no se formulan las especificaciones pertinentes, una alianza en la provincia con La Libertad Avanza, que por cierto tiene una estructura minúscula en Catamarca respecto del radicalismo, pero muchos más votos a nivel nacional. Votos que el radicalismo ha perdido, entre otras cosas, porque su identidad política e ideológica se ha ido diluyendo con el paso del tiempo.

¿Qué significa ser radical en la Argentina actual? El interrogante parece tener tantas respuestas como dirigentes o militantes partidarios.

El radicalismo a nivel nacional nunca pudo superar el fracaso de la Alianza. Desde entonces la identidad radical se ha ido desdibujando. Pasó de ser una de las patas del bipartidismo histórico en la Argentina con una fuerte estructura institucional y dirigencial en todo el territorio nacional, que aún mantiene, a furgón de cola del PRO entre 2015 y el año pasado. Si en ese lapso ya tenía problemas para determinar su identidad política en el contexto de una alianza con una fuerza ideológicamente más afín con concepciones ideológicas liberales, que no son congruentes con los principios fundacionales de la UCR, la Argentina libertaria le agrega una complicación más a esas dificultades de definición: ahora el que sufre un proceso de disolución es el PRO en manos de la hegemonía libertaria.

Los comicios del año que viene son motivo de peso para apurar definiciones en el radicalismo en todas las jurisdicciones. El dilema es priorizar alianzas electorales que impidan una catástrofe electoral por sobre ciertos principios doctrinarios, o guardar coherencia respecto de postulados históricos que serían argumento más que suficiente para tornar imposible una alianza con La Libertad Avanza.

Pero el pragmatismo suele tener más fuerza que el afán por preservar rasgos inherentes a la esencia del pensamiento partidario. Sucede en el radicalismo y en el peronismo con demasiada asiduidad. Ya son por los menos tres los gobernadores radicales que han comenzado negociaciones con La Libertad Avanza en sus respectivas jurisdicciones: Alfredo Cornejo, en Mendoza; Maximiliano Pullaro, en Santa Fe; y Leandro Zdero, en Chaco. La ventaja que tienen es que gobiernan la provincia y no pondrían en discusión quién lidera la alianza. ¿Pero en Catamarca, el espacio libertario cedería eventualmente protagonismo en la confección de las listas de candidatos cuando en el último antecedente electoral provincial (comicios para gobernador) sacó más votos que la UCR?

Raúl Alfonsín supo decir en sus últimos años de vida que el radicalismo debía ser fiel a sus principios, aunque esa postura le signifique un costo electoral. El límite, dijo, es la derecha. Una adaptación del viejo apotegma de Leandro Alem: “Que se rompa, pero que no se doble”. Fama y muchos dirigentes radicales parecen, a contramano de aquella demostración de defensa final de las puras convicciones políticas, optar por la reformulación contraria: “Que se doble, pero que no se rompa”.

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