Vecinos de una favela del norte de la ciudad colocaron más de 50 cuerpos alineados en una plaza la mañana de ayer, un día después de la operación policial más sangrienta en la historia de Río de Janeiro. Las imágenes, constatadas por la AFP, mostraban cadáveres tendidos en el suelo, algunos con signos de ejecución, en un escenario de horror que dejó al país en estado de conmoción.
Al menos 58 cuerpos fueron recuperados de la zona boscosa de Vacaria, en la Serra da Misericórdia, y trasladados por los propios vecinos hasta la plaza São Lucas, en la Estrada José Rucas, dentro del complejo de la Penha. Estas muertes no figuraban en el balance oficial, lo que eleva el número total de fallecidos a 132, según informó la Defensoría pública de Río de Janeiro. El reconocimiento formal será realizado por los familiares en un edificio del Departamento Estatal de Tránsito (Detran), ubicado junto al Instituto Médico Legal (IML).
Los cadáveres fueron dispuestos cerca de una de las principales avenidas del Complexo da Penha, una de las zonas donde tuvo lugar la Operación Contención, en la que participaron unos 2500 agentes fuertemente armados, apoyados por blindados, helicópteros y drones. El operativo buscaba debilitar al Comando Vermelho (CV), el principal grupo del narcotráfico de la ciudad.
En el límite entre los complejos del Alemão y de la Penha, los propios vecinos se organizaron para rescatar los cuerpos que habían quedado dispersos en una zona boscosa conocida como Vacaria. Desde la noche del martes, un grupo de voluntarios y familiares comenzó a trasladarlos hasta la Praça do Inter, en Vila Cruzeiro. Para las nueve de la mañana del miércoles, los habitantes ya habían contabilizado 56 cadáveres.
“Fue una película de terror. Donde miraba, cada sendero tenía unos cinco cuerpos. El olor a gas lacrimógeno todavía nos hacía doler la cabeza. También había rastros de sangre”, relató un repartidor de 31 años que participó en el rescate. Los primeros cuerpos fueron llevados en una combi al Hospital Getúlio Vargas, el más cercano, pero el grupo fue interceptado por policías que los amenazaron con llevarlos a la comisaría. Por temor, decidieron dejar el resto frente a una guardería de Vila Cruzeiro.
“Encontramos a uno con una granada en la mano y otra sin el seguro. Lo dejamos ahí; no sabíamos qué hacer. La angustia es grande, una tristeza inmensa. Conocía a muchos desde la infancia, pero cambiaron de vida después”, dijo el hombre. “La forma en que fueron hallados es de ejecución: había gente atada con un tiro en la frente”.
Vecinos y organizaciones sociales denunciaron que las víctimas mostraban signos de tortura. “Hay personas ejecutadas, muchas de ellas con un tiro en la nuca o por la espalda. Esto no puede ser considerado seguridad pública”, señaló el activista comunitario Raul Santiago, de 36 años.
El abogado Albino Pereira Neto, que representa a tres familias, agregó: “Se ven marcas de quemaduras, personas amarradas, gente que fue sometida y asesinada fríamente”.
