domingo, 5 de octubre de 2025 01:52
“Cambia, todo cambia”, decía la canción del chileno Julio Numhauser Navarro que inmortalizó la voz de “La Negra” Mercedes Sosa, y estos tiempos preelectorales reflejan con nitidez las nuevas tendencias en el plano político.
A sólo tres semanas de las elecciones legislativas, que en el caso catamarqueño serán concurrentes (tanto provinciales como nacionales, con dos sistemas de votación distintos), casi no hay señales de las actividades que caracterizaban las campañas algunos años atrás.
Los cambios son en algunos aspectos positivos y en otros no tanto. Del lado positivo, por ejemplo en la Capital provincial, puede verse que ya se terminó con los paredones y frentes de casas pintados con consignas partidarias, como tampoco hay afiches pegados por todas partes. Esto es por una ordenanza que lo prohíbe expresamente y que, aunque generó resistencia al comienzo, hoy es mayoritariamente respetada por todos los sectores políticos. Hay afiches partidarios, pero en los sitios previamente establecidos, lo cual contribuye a mantener bella una ciudad que presume de su condición turística.
El famoso merchandising de campaña tampoco abunda, en parte por los costos, y en parte porque no impacta demaisado. Los llaveros, gorros y lapiceras dejaron de ser una opción para promocionar a los candidatos, en parte también porque se trata de una contienda intermedia donde -a diferencia de una elección de gobernador o intendente- no se hace imprescindible enfocarse en un solo nombre ni imponer a una única figura.
Pero lo más llamativo en la comparación con otras campañas, es que la actividad callejera prácticamente desapareció.
Las clásicas caminatas de candidatos por los barrios repartiendo folletería son casi una práctica en desuso.
Los actos políticos masivos desaparecieron por completo, y las movilizaciones se acercan a cero.
Para ello confluyen varios factores, que son la mala situación económica y el desinterés general por este comicio en particular.
Los vecinos, en su mayoría, no tienen demasiadas ganas de escuchar promesas de mejoras porque han perdido credibilidad en quienes, por lo general, los visitan antes de una elección y no vuelven más.
El descontento y la apatía limitan las tareas proselitistas a la militancia dura y a los propios involucrados, con lo cual las recorridas barriales y los actos en clubes son casi cosas del pasado. Ni hablar de las caravanas de autos y otras movidas que se organizaban para llamar la atención.
Se programan sin embargo algunas actividades para los próximos días, entre las que se destacan los festejos por el 17 de Octubre, histórico “Día de la Lealtad”.
La denominada “Navidad” peronista no pasará desapercibida, porque llega justo nueve días antes de una elección, más allá de que se celebra todos los años, se vote o no se vote.
Se preparará seguramente algo para los cierres de campaña, pero es un hecho que el fervor popular se va apagando año tras año, y la discusión política se reduce casi a los involucrados directos en la pulseada.
Otras grandes diferencias con la década pasada es que ahora las campañas políticas son mucho más breves: antes se extendían durante meses, hoy todo se liquida en un par de semanas. Y, detalle no menor, el presupuesto disponible es mucho menor, sobre todo para los opositores.
Tampoco hay identidades claramente definidas: las listas reúnen a dirigentes con distintos orígenes, lo que lleva a desaparecer la impronta de muchos partidos tradicionales, sustituidos por alianzas de última hora sin historia ni arraigo.
Ya no hay “marca” que resista más de una o dos elecciones, y muchas de las “fuerzas” que hoy se proponen, quizás ni sobrevivan para el 2027.
Se dan casos insólitos de candidatos que todavía ocupan una banca y ya se postulan para enfrentar al partido que les dio esa banca, y otros que van como aliados de quienes era sus rivales en la elección anterior, lo que dificulta o impide cualquier proceso de identificación popular.
Pocas propuestas y muchos ataques, grandes esfuerzos por mostrar las miserias ajenas y alimentar rechazos, es la característica reinante.
Por esta razón, la mayoría de los candidatos se enfoca con toda su furia en dos ámbitos bien distintos a los tradicionales: por un lado los medios de comunicación, donde desaparecieron los avisos tradicionales pero se busca un lugar a través de partes y comunicados, y por otro las redes sociales, epicentro de la vida misma por estos días.
Mensajitos, memes, spots, reels, stories, todo sirve para intentar copar o marcar presencia allí donde se juntan todas las miradas. Ya no es una plaza o una esquina, son los puntos modernos de encuentro: Tik Tok, Instagram, WhatsApp, y en menor medida Facebook, que ya quedó desactualizado para las nuevas generaciones de votantes.