sábado, 13 septiembre, 2025

Las abstención castigó al oficialismo con una derrota inevitable

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El primer examen de las elecciones en Buenos Aires revela situaciones remediables y fatalidades irremediables. Entre estas últimas, una obviedad que la mirada estándar de los observadores parece olvidar: es ilusorio que una fracción minoritaria —como ese «grupo de WhatsApp» llamado La Libertad Avanza— pueda ganarle a una fuerza mayoritaria como el peronismo.

Entre las situaciones que se pueden remediar y que desvela a los protagonistas del no-peronismo, está el desafío de superar el daño que le produce la abstención. Las experiencias de CABA (18 de mayo) y de PBA (7 de septiembre) revelan que hay un electorado centrista, que alimentó de votos a lo que fue Juntos por el Cambio, que se ha quedado sin representantes.

Los resultados del domingo y los de mayo en Capital demuestran que ese arco de opinión, que se vio representado con solvencia ganadora desde 2015 hasta 2023, no se siente representado hoy por la opción de LLA, aun cuando se acerque a alianzas de ocasión como la que cerró para PBA el domingo pasado, o la que ha cerrado para las elecciones nacionales del 26 de octubre.

El vocero Adorni alcanzó en CABA apenas un 30,70% de los votos, pero con una abstención del 46%, que es récord para el distrito. ¿Quiénes se quedaron en casa? Los votantes de Juntos por el Cambio que no vieron a Manuel Adorni como su representante. Tampoco consagraron la división entre Macri y Larreta y aportaron pocos votos a las dos ventanillas, la de Horacio y la de Silvia Lospennato.

El acuerdo que cerró Mauricio con LLA tiene como primera misión recuperar a ese electorado para frenar al peronismo, que con un candidato prestado del radicalismo quedó segundo de Adorni por un estrecho margen de 2,81% de votos.

La polarización con el peronismo está entre los elementos irremediables en las 24 elecciones en las que se resolverá la renovación legislativa. El peronismo, en cuanto a lo electoral, es absolutamente previsible, aunque no en los mismos términos que en la provincia de Buenos Aires. Era muy difícil que esa oposición tan pequeña, desangrada internamente por divisiones, deshilachada, y desanimada porque está formada por retazos del peronismo, retazos del PRO, y algunos que se llaman de la «Libertad Avanza», le gane a un peronismo unido, que además gobierna el distrito más grande de la Argentina.

No es sorprendente lo que pasó. En LLA iban divididos y son menos. El peronismo tiene la provincia de Buenos Aires y ya lleva dos mandatos gobernando. En 2023 en Buenos Aires Massa ganó —perdiendo en la general— la categoría de presidente. Fue una de las cuatro provincias del país que votaron a Massa presidente: Buenos Aires, Chaco, Santiago y Formosa.

Un resultado difícil de nacionalizar

El factor del chico a merced del grandote es un factor que no va a cambiar y que seguramente adelanta la posibilidad de un segundo triunfo en octubre. No se puede afirmar lo mismo en los otros distritos, cada cual con factores locales que varían de una provincia a otra. Para cada una de ellas se preparan en el gobierno y también entre quienes tienen como objetivo la construcción de un centro más amplio que la polarización Milei-kirchnerismo.

Este fin de semana hubo un maratón de presentaciones de la alianza Provincias Unidas y sus amigos. Juan Schiaretti se reunió el jueves en las oficinas de Florencio Randazzo en Puerto Madero, que encabeza su lista en Buenos Aires, junto a Margarita Stolbizer y Emilio Monzó, Danya Tavela y Osvaldo Cáffaro.

La novedad fue la presencia de Miguel Pichetto, en un gesto de compromiso con esta marca, que se nacionaliza con los gobernadores del «grito federal». El centrao de Diputados ya imagina la gravitación que tendrá la presencia de Schiaretti y Pichetto en la nueva legislatura en un armado que recrea y amplía hacia el no peronismo lo que fue la Alternativa Federal de 2018/9.

Después del lanzamiento del viernes en Río Cuarto, seguirán otros en provincia gobernadas por el sexteto. La primera fecha será Chubut, cuyo gobernador, Ignacio Torres, no estuvo presente en Río Cuarto, pero participó por zoom. Estaba presente el consigliere del «gringo», Carlos Massei.

La incertidumbre se paga cara

Ese grupo decidió promover una sesión de la Cámara de Diputados para voltear el veto de Milei a las leyes de financiamiento universitario y a la emergencia pediátrica (Garrahan). Estos vetos siguen a la derrota del oficialismo nacional en la provincia de Buenos Aires. Consideran que el gobierno trabaja para un solo público, que son los organismos internacionales de crédito y los calificadores del riesgo país.

Para ese público dedica el gobierno el espectáculo de escarnio y rechazo al Congreso. Prefiere eso a buscar la identificación con el espacio de lo que Cambiemos que lo llevó a la presidencia, pero no se ve representado hoy en el mileísmo extremo. Trabajar para los calificadores tampoco le funciona el gobierno, que sigue golpeando al Congreso, pero el riesgo país ya superó los 1.100, como si los calificadores ya hubieran tomado posición frente a otras eventuales derrotas del gobierno en las urnas.

Ese indicador mide la incertidumbre, que aumenta con la noticia de que el oficialismo perdió 2 millones de votos desde 2013 en Buenos Aires. Esto pesa más que los golpes a un Congreso que no baja la agenda. Es la primera changa como ministro del Interior de Lisandro Catalán, ahijado de Guillermo Francos en este gobierno y en los anteriores.

Criptogate: Los Milei perdieron una ficha clave

Esta semana el gobierno perdió, por esa incertidumbre que crea en sus propios aliados, una ficha clave: la oposición quebró el empate 14 a 14 que complicaba el funcionamiento de la comisión que investiga el CriptoGate.

Pocas horas más tarde de que el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, aportase la calificación del gobierno como «palomas de iglesia» (que «cagan» a los fieles), la diputada Yolanda Vega, que se referencia en el gobernador, aceptó ser designada en una subcomisión que preside Oscar Agost Carreño para hacer de enlace con la justicia.

Vega había apoyado al gobierno en votaciones, pero en este caso quebró el empate que había en la comisión y el voto quedó 15 a 13, a favor de la oposición.

Es la primera señal de fondo después del resultado en Buenos Aires, y del gesto de Gustavo Sáenz de declararse defraudado por el gobierno nacional en proyectos económicos y políticos. Fue la primera reacción al resultado electoral y afecta de fondo al gobierno.

Dicho de otro modo, los hermanos Milei y sus asociados en este emprendimiento han perdido la protección en la comisión que trataron de impedir que funcionase.

PRO: el que rompe, paga

Los resultados electorales son sistémicos, no son accidentales, no responden a las campañas, no responden a ningún azar, son una ratificación del voto. Si uno mira la cantidad de votos que sacó el peronismo en esta elección, es igual al promedio de las tres últimas elecciones en el distrito, entre el 37% y 38% del voto; eso no va a fallar.

En Argentina, el voto es muy estable: tanto el peronismo como el no peronismo votan más o menos lo mismo y de ahí a que se produjera el resultado, no había ninguna sorpresa. Las elecciones en PBA demostraron que el peronismo ha logrado mantener el porcentaje de su electorado, como logró hacerlo la lista que encabezó Leandro Santoro.

¿Por qué el votante de Cambiemos, que no se identificó en mayo con Adorni, iría el 26 de octubre a votar a Patricia Bullrich? Solo si las tribus del no peronismo se agarraran de las manos y desbloquearan las ventajas de una polarización extrema en las elecciones de octubre.

A eso obedece, seguramente, el pedido de Bullrich de una reunión con Macri: «sería bueno hablar en este momento con él». Bullrich necesita aferrarse a la nostalgia ganadora de Juntos por el Cambio, pues si no hace una elección airosa en su distrito, perderá su centralidad como ministra de Seguridad en el gabinete de Milei y deberá ir a resistir en las trincheras de la minoría en el Senado. Más que un premio, un castigo.

Con no ir a Tabac bastaba

A ese acercamiento responde ese espejismo que algunos esperaron ver en el café Tabac esta semana, en un cruce amistoso entre Mauricio y Horacio. Negaron que fuera un encuentro con alguna significación política, una mera casualidad en el santuario donde nació el PRO y que es frecuentado por Macri y Larreta. Si querían discreción para un encuentro, con no ir a Tabac bastaba.

Pero si querés que se note, mejor ir a Tabac, que seguro uno se encuentra con el otro. Para los conspiranoicos: si alguien sabe con quién se va a encontrar en Tabac es Macri. Sus movimientos son precedidos por una custodia que hace una «ambiental» del lugar por prevención de seguridad y también para avisarle al jefe si hay larretistas en la costa.

Atisbos de autocrítica

Esta trivialidad, montada en una imagen, deja de serlo cuando el contexto cambia. Es lo que les da contenido a esas percepciones fugaces. Macri está en operaciones —en estos días entre Madrid y Qatar— para cumplir su objetivo de pasar las elecciones de octubre por debajo del radar. Esperar el resultado y emprender una recomposición con los sectores que fueron parte de Cambiemos.

Quienes hablan con él transmiten su escepticismo sobre el futuro de la gestión de Milei, en particular sobre su programa económico. Querría lo contrario, porque dinamitó el PRO para sostener esa agenda de Milei, que era la del PRO y la del ala derecha de Juntos por el Cambio, pero descree de la capacidad política de llevar todo a un buen final. Para ese momento, lo mejor es estar lejos de la explosión.

De ahí el intento de aparecer lo menos posible en acciones de superficie y de arriesgar lo menos posible la marca PRO, a la que no quiere ver comprometida en una derrota electoral.

El diseño de una nueva etapa después de octubre incluye algunos atisbos de autocrítica. Ya ha dicho que la PASO entre Larreta y Bullrich en 2023 fue suicida. También admite que quizás debió ser candidato en 2023 y que quizás hubiera ganado. En esas charlas suele ensayar comparaciones sobre qué país le tocó gobernar a él y el país de Milei.

Admite que él pudo contar con un peronismo dividido y con sectores que facilitaron su gestión, algo que no tiene Milei con un peronismo de bloqueo en las dos cámaras.

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