Cada 26 de agosto, la Iglesia celebra a una santa cuya vida fue un canto de amor y servicio a los más vulnerables de la sociedad: los ancianos. Se trata de Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars, fundadora de la congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y patrona de la ancianidad.
«Cuidar los Cuerpos para Salvar las Almas»
Teresa nació en un pequeño pueblo de Lérida, España, en 1843. Desde joven sintió la llamada a la vida religiosa e intentó ingresar en varios conventos, pero por diversas dificultades y problemas de salud, no pudo perseverar. Trabajó como maestra, pero su corazón anhelaba una entrega más completa.
Guiada por su director espiritual, el P. Saturnino López Novoa, descubrió su verdadera vocación: dedicarse al cuidado de los ancianos que vivían en la más absoluta pobreza y abandono. En 1873, en Barbastro, junto a un pequeño grupo de compañeras, fundó la congregación de las **Hermanitas de los Ancianos Desamparados**. Su lema era claro y directo: «Cuidar los cuerpos para salvar las almas». Entendía que no se puede hablar de Dios a quien tiene hambre o frío.
Una Obra de Caridad que Cruzó el Océano
Con una energía y una capacidad de organización extraordinarias, la obra de Santa Teresa creció a un ritmo vertiginoso. En solo 24 años, fundó 103 asilos por toda España y también en América. Murió en 1897, dejando tras de sí un ejército de caridad que continúa su labor hasta el día de hoy.
En Argentina, la presencia de las Hermanitas es muy querida y respetada. Sus hogares, como el de la ciudad de Catamarca, son verdaderos santuarios de amor donde los ancianos sin recursos encuentran no solo un techo y comida, sino el cariño y la dignidad que merecen en la última etapa de sus vidas. La vida de Santa Teresa de Jesús Jornet es un llamado a toda la sociedad a valorar y cuidar a nuestros mayores, que son la memoria y la raíz de nuestro pueblo.
Oración a Santa Teresa de Jesús Jornet
Oh, Dios, que por medio de Santa Teresa de Jesús Jornet has hecho florecer en tu Iglesia una nueva familia religiosa para el amparo de los ancianos; concédenos, por su intercesión, ser capaces de servirte con una caridad alegre en nuestros hermanos más necesitados.
Te pedimos por todos los ancianos, para que sientan nuestro amor y cuidado, y por todos los que los asisten, para que lo hagan con la misma ternura de esta santa. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
«Este artículo forma parte de nuestro especial ‘Fe y Devoción en Agosto’. Descubrí la guía completa del santoral del mes haciendo clic aquí.»
La obra de esta santa nos interpela. ¿Cómo tratamos a los ancianos en nuestra familia y en nuestra sociedad? ¡Compartí tu reflexión!