domingo, 17 de agosto de 2025 23:40
José de San Martín, el Libertador, es conocido por sus hazañas militares, pero pocos saben cómo era en su vida cotidiana. Su comida preferida era el asado, que solía comer con un solo cubierto: el cuchillo, demostrando gran habilidad para no cortarse mientras disfrutaba de la carne.
San Martín también era conocedor de vinos, capaz de identificar su origen solo con saborearlo. Además, era un excelente jugador de ajedrez, difícil de vencer, y guitarrista, habiendo estudiado con un maestro destacado en España.
Entre sus hábitos prácticos, remendaba su propia ropa, cuidaba sus botas hasta casi dejarlas inservibles y mandaba a arreglarlas solo cuando era necesario. Predicaba con el ejemplo: enseñaba el manejo de cada arma y nunca daba órdenes que él mismo no pudiera cumplir.
Hablaba inglés, francés, italiano y español, con un marcado acento andaluz. También se preocupaba por la tropa: solía aparecer en la cocina para probar la comida que luego comerían sus soldados, y siempre dormía siestas cortas de no más de una hora antes de retomar sus tareas.
Su famosa frase, conocida como “De lo que mis Granaderos son capaces, sólo lo sé yo”, originalmente decía: “De lo que mis muchachos son capaces…”. En campaña, era el último en acostarse, asegurándose de que todos los puestos de guardia estuvieran cubiertos y la tropa descansando, mientras él contemplaba el amanecer antes de iniciar un nuevo día.
San Martín no solo fue un estratega y líder militar; también fue un hombre con disciplina, curiosidades y hábitos que lo hacían cercano y ejemplar ante quienes lo rodeaban.