miércoles, 6 agosto, 2025

Fiesta del 5 de Agosto: La milagrosa historia de la Basílica de Santa María la Mayor y la «Virgen de las Nieves»

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Cada 5 de agosto, la Iglesia no celebra a un santo, sino a un lugar que es un faro de la fe mariana para todo el mundo: la Dedicación de la Basílica Papal de Santa María la Mayor en Roma. Esta fiesta conmemora la consagración de la primera y más importante iglesia dedicada a la Virgen María en Occidente, ligada a una hermosa y milagrosa tradición.

La Leyenda de la «Virgen de las Nieves»

La tradición, que data del siglo V, cuenta que en la noche del 4 al 5 de agosto del año 358, la Virgen María se apareció en sueños a un rico patricio llamado Juan y a su esposa, así como al Papa de la época, Liberio. La Virgen les pidió que construyeran una iglesia en su honor en el lugar que ella misma señalaría. A la mañana siguiente, en pleno y caluroso verano romano, la colina del Esquilino amaneció cubierta de nieve.

El Papa Liberio y el matrimonio acudieron al lugar y, viendo el milagro, comprendieron que esa era la señal divina. El Papa trazó el perímetro de la futura iglesia sobre la nieve, y el matrimonio financió la construcción. Por este motivo, la basílica también es conocida como «Nuestra Señora de las Nieves».

Un Tesoro de Fe y Arte

La basílica actual fue construida por el Papa Sixto III justo después del Concilio de Éfeso (431 d.C.), en el que se proclamó solemnemente a María como «Theotokos» (Madre de Dios). Sus impresionantes mosaicos del siglo V, que narran escenas de la vida de la Virgen y de la infancia de Jesús, son un testimonio de esta fe. La basílica también alberga las reliquias del pesebre de Belén, por lo que es llamada el «Belén de Occidente». Es un lugar donde millones de peregrinos, incluyendo a los argentinos que viajan a Roma, acuden para honrar a la Madre de Dios y sentirse en casa.

Oración a la Virgen de las Nieves

Oh, Santísima Virgen María, que con un milagro de nieve quisiste señalar el lugar para tu casa en Roma, te pedimos que cubras nuestras vidas con el manto blanco de tu pureza y protección.

Tú, que eres la Madre de Dios, ruega por nosotros, tus hijos, para que seamos dignos de las promesas de tu Hijo. Aléjanos de todo mal, enfría el fuego de nuestras pasiones y consérvanos en la fe verdadera. Amén.


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La historia de esta basílica nos recuerda que Dios actúa de formas inesperadas. ¿Has presenciado algún «pequeño milagro» en tu vida? ¡Contanos!

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