Un sol brillante de julio en Palo Blanco, parado en una de las calles de tierra, observo la nitidez del cielo que nos cobija, bajo la mirada y advierto las imponentes montañas que rodean al pueblo, y muchas de ellas, con algunos blancos en las cumbres por la nieve, casi eterna de esa zona, y más aún en este tiempo invernal.
Bajando la mirada, veo los árboles frutales desprovisto de hojas, como recuperando fuerzas, duraznos, manzanos, perales, damascos, higueras, y un poco más abajo las vides con sus largos sarmientos, esperando ser podados.
En este pueblo se trabaja, pero también en momentos de esparcimiento, se expresan de diversas formas, y la forma preferida de los mayores es cantar la vidala, la vidala que expresa estados de ánimo a través de un sonido gutural, una de las primeras formas de expresión del hombre, y a través de ella sigue intentando transmitir de una manera muy particular y acompasada ese momento particular por el que atraviesa.
El hombre del interior profundo es conocido por su silencio, poco hablar de sus cosas particularmente, la vidala viene a suplir ese silencio, y a través de ese sonido transmite todo lo que quiere expresar, lo que siente, sus alegrías y tristeza, y según sea su momento, la entonación será triste o alegre. Es a través de esta forma de expresión que cuenta su buen momento, pero también expresa su tristeza, su dolor, tratando de exteriorizarlo.
Tratando de conocer un poco más esta forma de expresión, que según don Adán Delgado viene de lo profundo de la existencia del hombre, considerándolo un legado de los antepasados que habitaron este suelo. Cuenta que él, desde hace mucho tiempo vive en Palo Blanco, pero que es oriundo de la Cordillera de San Buenaventura, actual límite con el departamento de Antofagasta de la Sierra y antiguo límite con Bolivia.
Delgado nació en un puesto que se encuentra en plena cordillera, además dice que la vida es muy dura y sacrificada, principalmente por el gran frío, pero gran parte del día se vive en el campo, pues la crianza de animales, ovejas, llamas, cabras y vacas, demandan muchos cuidados, por los depredadores que habitan en la zona.
En su rostro por un momento se observa un gesto de tristeza, como si en ese momento pasara por su mente los tiempos vividos en su suelo natal. Describe al lugar donde vivió contando que en las inmediaciones donde él nació había tres o cuatro ranchos, inclusive había una escuela, pero en la actualidad nadie ha quedado, todo se abandonó, y, “…cuando regreso siento una profunda tristeza al ver que los esfuerzos realizados en mi tierra, poco a poco van quedando en el olvido”.
Y ante esa realidad, la vidala que es una expresión muy profunda, sincera y cargada de sentimientos, nos permite decir al viento, cantando a viva voz, la desazón del momento, y más aún cuando recordamos a nuestros mayores que ante nuestros ojos deambulan por ese paisaje agreste y solitario. Pues ante esta realidad ese sonido que se entona, cobra fuerzas cuando se emite y se cuenta lo que se siente por el suelo, por los miembros de la familia, presentes y pasados.
En el momento que cantamos, de alguna manera, también nos comunicamos con nuestros viejos, con aquellos que ya no viven junto a nosotros pero que nos legaron las tradiciones y esta forma de expresarnos, y con esa expresión cargada de tristeza les hacemos llegar, les contamos nuestra realidad y cómo van quedando en el olvido las tradiciones heredadas.
Esta forma de expresión, que no todos comprenden, y muchos critican, tengo la certeza, aunque quisiera que sea de otra forma, de que hace muchos años empezó a decaer y se va perdiendo porque los jóvenes, las generaciones que nos reemplazarán, no la cantan, no la cultivan. Y casi siempre ocurre que la vidala es valorizada por personas que no son del pueblo.
Cuando cantamos, nos reímos o lloramos porque al ser un legado cultural de nuestros antepasados, lo conocemos, lo interpretamos y comprendemos lo que el otro dice cuando entona una vidala.
Nuestra vidala se canta en momentos especiales cuando nos reunimos, generalmente el canto es grupal, pero también se canta cuando se viaja largas distancias en el lomo de una mula, porque es como una compañía, es como no estar solo, además fortifica y da valor si hubiese algún temor, y en ese momento se alza la voz cantando más fuerte. Muchas veces a la vidala la comparé con el silbido, porque silbar es, también una forma de expresión, y es un buen acompañante en los momentos de soledad.
En este momento de la conversación, le pido que entone una vidala, y a pesar de que intenta y realiza esfuerzos, el sonido no aparece y entonces reitera que tienen que ser momentos especiales para cantar.
A la vidala de cuando en cuando le echamos una copla, y ésta sí tiene letra, dice. Entonces le pido que eche una copla, y dice. «De arribita me he venido como hilito mal teñido, busque paja y haga su nido, que su novia ya ha venido».
Sigue contando que actualmente hay muchos que se expresan de esta forma, algunos de ellos son: Elena Sinchez, Miguel Mamaní, Esmeregilda Reinoso, Susana de Barrionuevo, Juan Reinoso, Manuel Sinchez, Alberto Tito, etc. Las personas mayores en general, se animan a expresar su estado anímico a través de la vidala, los jóvenes no siguen la tradición. No tienen en cuenta que este legado viene de los primeros tiempos de hombre.
Como la vidala no tiene letra, cuando cantamos echamos una copla para hacerla más amena y divertida, produciéndose en ese momento un festejo que produce un gran bullicio por lo divertido del momento.
Texto y Fotos: Colaboración de Oscar Hugo Alaniz