El ministro de Economía, Luis Caputo, se refirió esta noche a la escalada del dólar oficial, que trepó un 13,6% en julio, luego que el minorista quebrara su máximo nominal histórico y llegara a $1380. En este sentido, adjudicó la suba al “riesgo kuka”. Con esa denominación, el funcionario trató de responsabilizar a la oposición política kirchnerista y peronista por lo que ya muchos analistas consideran que es una corrida cambiaria contra el peso.
“Nada que no hayamos vivido durante este gobierno”, intentó tranquilizar Caputo a la pregunta que le hicieron en la señal de streaming Carajo en la noche de este jueves sobre la fuerte suba del dólar. En ese sentido recordó que en anteriores oportunidades (febrero y julio de 2024 y marzo de este año) subió a niveles similares a los actuales para luego descender. “Se trata de exagerar la situación desde ciertos lados”, señaló y puntualizó: “Ahora es el riesgo kuka o la incertidumbre política, y algunos prefieren cubrirse”. Y agregó: “Lo importante es que la gente entienda que el tipo de cambio flota: puede subir o puede bajar”.
Tal vez el ministro no lo recordó, pero la frase fue una copia exacta de otra que dijo en mayo de 2018 el entonces ministro de Economía, Nicolás Dujovne, también en un programa de televisión: “La moneda es flotante. Mañana el dólar puede subir o puede bajar, pero estamos seguros que va a seguir con volatilidad baja”. En aquel momento ya había arrancado la corrida contra el peso. Un mes después, el presidente Mauricio Macri anunció el acuerdo con el Fondo Monetario. El dólar no bajó, solo subió.
La mirada superficial de Caputo de los cimbronazos financieros y cambiarios que sacuden a la Argentina, fue acompañada por la del titular del Banco Central, Santiago Bausili. Al “riesgo kuka” agregaron culpas sobre los bancos, que habrían aportado volatilidad al no estar acostumbrados al funcionamiento de un régimen monetario en el que no se remuneran los excedentes. Los funcionarios adjudicaron a esa falta de ‘expertise’ bancario la suba de las tasas de interés, que llegaron al 65% tras la eliminación de las Letras fiscales (Lefi). “Con el cambio de régimen, el sistema (bancario) se está adaptando. Se está haciendo más eficiente. Al principio hubo mucha volatilidad de tasa porque no se sabía dónde estaba la liquidez. Del 10 de julio a hoy, la volatilidad se acotó”, dijo Bausili.
Caputo aportó: “Puede seguir habiendo volatilidad de tasas. La mayoría de los chicos que trabajan en esto en los bancos no vivieron este esquema (excedentes no remunerados). Ellos estaban acostumbrados a disponer de la liquidez y que el Banco Central al final del día la absorbiera remunerándola. Ahora tienen que aprender. Eso también genera volatilidad”. Como la versión oficial dice que la suba del dólar no se debería a la desconfianza de los grandes inversores y especuladores con la capacidad del gobierno de sostener su valor dentro de la banda cambiaria, el relato debe encontrarle una explicación a la aspiradora de pesos a tasas altas del Tesoro y el Banco Central. Ya no sería para evitar que esos pesos se vayan al dólar sino para controlar la inflación.
“Nos preocupa la inflación y que no sobre un peso y que la demanda de dinero esté lo más ajustada posible”, dijo el ministro. “Y si hubiera una caída en la demanda de dinero, el BCRA tiene las herramientas para absorber pesos y si sube el tipo de cambio no se refleje en precios”, agregó. Pero esta mirada contradice expresiones anteriores de Caputo. Por un lado, que la demanda de pesos estaba en aumento; por otro lado, que la economía está creciendo y que necesita más moneda en circulación. Ahora estaría admitiendo que esa demanda va a la baja. Ambas cosas son contradictorias.
Al hablar de la aprobación de la primera revisión del acuerdo con el Fondo Monetario, volvió a mostrar su insolvencia. Remarcó que “al mercado le va a gustar” que el FMI haya bajado la meta de acumulación de reservas en el Banco Central porque el objetivo anterior se hacía incompatible con la compra de dólares para pagar los vencimientos de deuda en divisas.
Es decir que todas las bravuconadas anteriores sobre lo innecesario de la acumulación de reservas no eran más que eso: la forma de ocultar que no había chance de que se cumpliera en simultáneo con el pago de deuda y la acumulación de reservas. La expectativa de Caputo es que el mercado financiero le dé un respiro ahora que el FMI le santificó una acumulación de reservas más leve. Pero eso es justamente lo que al mercado “no le gusta”: sin reservas, no hay garantía de pago de las deudas ni de intervención para que el dólar siga barato, eje del régimen político mileísta.