Datos aparentemente contradictorios sobre la industria farmacéutica y la venta de medicamentos son, sin embargo, dos caras de la misma moneda. Mientras los laboratorios y las empresas del sector Farmacias logran en la actualidad una facturación y rentabilidad del negocio récords, el consumo de medicamentos sigue bastante por debajo de los niveles de 2023.
¿Cómo se explica la supuesta paradoja? Por la desregulación aplicada por el gobierno de Javier Milei a la venta de medicamentos, que disparó los precios muy por encima de los niveles inflacionarios. La suba extraordinaria de precios provocó una baja en las ventas (6,7% respecto de hace dos años) pero amplió la rentabilidad de las empresas farmacéuticas, que subieron la facturación un 74% interanual, comparando el primer trimestre de este año con el del año pasado.
Un informe recientemente publicado por el Instituto Argentina Grande (IAG) señala, en base a las estadísticas, que “desde el cambio de gestión las dos curvas -facturación de las farmacéuticas y consumo de medicamentos- se desvincularon, es decir que, el aumento de la facturación no responde a un aumento de los medicamentos consumidos”.
La baja en la venta de medicamentos se explica, además de por el incremento del precio de los medicamentos causado por la desregulación, por la caída en el poder adquisitivo de los ingresos, particularmente de jubilados y pensionados, y por la interrupción de la provisión de medicamentos gratuito decidida por el PAMI en el último año y medio.
La desregulación aplicada por el gobierno de Javier Milei a la venta de medicamentos disparó los precios muy por encima de los niveles inflacionarios y de actualización salarial. La desregulación aplicada por el gobierno de Javier Milei a la venta de medicamentos disparó los precios muy por encima de los niveles inflacionarios y de actualización salarial.
El informe revela también que muchas personas han decidido abandonar tratamientos en salud por razones económicas y eligen qué remedios priorizan por sobre otros que también son esenciales para la salud. Hay relevadas 60 muertes por la interrupción de tratamientos oncológicos, pero los fallecimientos son muchos más, pues un porcentaje muy importante permanece sin registrarse.
El Centro de Estudios Legales y Sociales se pronunció recientemente sobre la desregulación de los medicamentos: “Las políticas de gobierno desde 2024 implicaron convertir los medicamentos en mercancías de libre mercado: liberación de precios, eliminación de acuerdos con laboratorios y habilitación de venta en kioscos y supermercados. A eso se suman despidos masivos en áreas clave vinculadas a vacunas, asistencia y provisión de medicamentos; y recortes en la entrega de insumos médicos, afectando especialmente a personas con cáncer, VIH u otras condiciones o enfermedades graves. El efecto es devastador para quienes dependen del sistema público: personas empobrecidas y enfermas quedan sin tratamiento por decisiones políticas”.
Lo que ocurre en la actualidad corrobora que la venta de medicamentos no puede dejarse librada al libre juego de la oferta y demanda, y la provisión por parte del Estado a pacientes en situación de vulnerabilidad no puede ni suspenderse ni limitarse.