jueves, 17 julio, 2025

China y la rebeldía de Taiwan

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El estrecho de Taiwán se ha consolidado como uno de los epicentros de la tensión geopolítica global, con el potencial de desencadenar un conflicto de escala mundial. La rivalidad entre China y Taiwán, exacerbada por la creciente presión militar de Pekín, el rol de Estados Unidos como aliado de Taipéi, y las dinámicas que involucran a la OTAN, Rusia y la Unión Europea, configuran un escenario de alta complejidad.

La disputa entre China y Taiwán tiene sus raíces en la guerra civil china (1927-1949), cuando los nacionalistas del Kuomintang, liderados por Chiang Kai-shek, se replegaron a Taiwán tras su derrota ante los comunistas de Mao Zedong. Desde entonces, la República Popular China (RPC) considera a Taiwán una provincia rebelde, mientras que Taiwán se ha desarrollado como una democracia autónoma con instituciones propias, aunque con limitado reconocimiento internacional debido al principio de «una sola China». La historia de Taiwán está impregnada de insubordinación frente a la narrativa de reunificación de Pekín, un sentimiento que se remonta a su separación de facto en 1949. La retórica del presidente de China, Xi Jinping, que no descarta el uso de la fuerza, ha intensificado las tensiones, especialmente ante los taiwaneses que reafirman su postura independentista.

China ha incrementado significativamente su presión militar sobre Taiwán. Según El País (20 de junio de 2025), Taiwán detectó 74 aviones militares chinos en menos de 30 horas, la mayor incursión en ocho meses. De estos, 61 cruzaron la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ), en respuesta al paso de un buque británico por el estrecho. En abril de 2025, China desplegó 71 aviones y 21 buques en maniobras que simularon un bloqueo de la isla, acompañadas de declaraciones beligerantes que chocan con el deseo de emancipación taiwanés. Estas acciones, descritas por medios estatales chinos como «ensayos de reunificación», reflejan una estrategia de intimidación.

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El arsenal chino, con portaaviones como el Liaoning y el Shandong, misiles hipersónicos y una fuerza aérea en expansión, refuerza su capacidad ofensiva. Esta modernización militar plantea un desafío para la seguridad regional e incrementa la competencia estratégica con Estados Unidos. En 2024, Taiwán reportó un récord de 153 aviones chinos en un solo día, según el Ministerio de Defensa taiwanés. Con un presupuesto de defensa de 296 mil millones de dólares en 2025, China continúa modernizando sus fuerzas armadas y potenciando su presencia e influencia en la región Indo-Pacífica.

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha priorizado la disuasión de China, desplegando submarinos, bombarderos y unidades especializadas, mientras presiona a Taiwán para que aumente su gasto militar. Washington le ha entregado a Taipéi sistemas de misiles antibuque Harpoon y está fortaleciendo alianzas con Japón y Australia, aunque ambos países han sido cautelosos en comprometerse plenamente.

La OTAN, liderada por Mark Rutte, ha advertido sobre un escenario donde China y Rusia coordinen acciones para abrir múltiples frentes de conflicto. En este contexto, una agresión de China contra Taiwán podría coincidir con acciones rusas contra la OTAN, dispersando los recursos occidentales. La cooperación entre Pekín y Moscú, evidenciada en maniobras conjuntas, amplifica este riesgo. Rusia, beneficiada por la distracción de Estados Unidos en el Indo-Pacífico, podría intensificar su presión en Ucrania o los países bálticos.

La Unión Europea (UE), aunque menos involucrada militarmente, enfrenta dilemas estratégicos. La dependencia de los semiconductores taiwaneses, producidos por Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), y la importancia del estrecho de Taiwán para el comercio marítimo global hacen que un conflicto tenga repercusiones económicas graves. La UE ha fortalecido lazos con Taiwán mediante acciones como la apertura de una fábrica de TSMC en Alemania, pero su rol militar sigue siendo limitado.

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Un conflicto en el estrecho de Taiwán tendría consecuencias devastadoras. Simulaciones del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) indican que Estados Unidos y sus aliados podrían lograr una victoria con altos costos, perdiendo decenas de barcos, cientos de aviones y miles de soldados. Las cadenas de suministro globales colapsarían, desencadenando una crisis económica. Además, la cooperación entre China, Rusia y Corea del Norte podría generar acciones desestabilizadoras en otros frentes, debilitando la cohesión de la OTAN y la capacidad de respuesta de Occidente.

La tensión en el estrecho de Taiwán es un polvorín geopolítico. El líder chino Mao Zedong forjó hace décadas la frase “el poder político nace del fusil”, una máxima que parece guiar la estrategia actual de intimidación del gigante asiático. El internacionalista, diplomático, académico y político Henry Kissinger, por su parte, consideraba que el arte de la diplomacia es evitar que las tensiones se conviertan en conflictos irreparables y destacaba la importancia de comprender el interés nacional de otras naciones para encarar procesos efectivos de negociación.

La comunidad internacional debe priorizar la disuasión, el diálogo y la cooperación para evitar un conflicto que, de materializarse, alteraría el orden global con un costo humano, económico y estratégico incalculable.

*Analista internacional especializado en Defensa y Seguridad en EE.UU; docente de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

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