sábado, 28 de junio de 2025 11:00
La distancia y las diferencias horarias pueden ser un desafío para cualquier pareja. Y si bien Yanina y Diego Latorre tienen años de relación, fama y peleas mediáticas encima, esta vez protagonizaron un nuevo y curioso cruce sentimental por un reclamo que —aunque parece menor— sacó a relucir tensiones no tan dormidas.
El exfutbolista y actual comentarista deportivo está en Seattle, Estados Unidos, cubriendo el Mundial de Clubes. El torneo se extenderá por un mes, y apenas pasada la primera semana, un detalle cotidiano encendió el debate entre la pareja: Diego se quejó porque no recibe un mensaje de «buen día» de su esposa al despertarse. La confesión llegó por boca de la propia Yanina, en su programa por El Observador, donde no dudó en ventilar el detrás de escena con su estilo frontal.
«Él siempre empieza con ‘no me escribiste, no me llamaste’. Es una manera mala de empezar a dialogar», relató Yanina. Luego compartió la frase textual del reclamo que le hizo su marido: «Hoy a la mañana me dice: ‘Es el segundo día consecutivo que me levanto y no tengo ningún mensaje tuyo'».
Para ella, el planteo no tiene sentido, y la defensa no tardó en llegar: «Hay cuatro horas de diferencia. Yo me despierto a las 8 de la mañana y son las 4 en Seattle. ¿Lo lógico no es que el que tiene el horario más temprano, cuando se levanta, diga ‘Buen día’?». Y agregó con ironía: «¿Qué hago, miro el reloj y adivino a qué hora es tu despertador?».
La polémica escaló tanto que Diego Latorre llamó en vivo al programa para explicar su punto de vista. Con tono sereno, respondió: «Es un mensajito. Abro el teléfono y veo que me escribe mi mujer. No está mal eso». Y lanzó una pregunta que sonó a reclamo disfrazado: «¿Es un pedido desmedido?».
Pero Yanina no se quedó atrás: «Es alocado. Deberías despertarte vos y decir: ‘Hola, me levanté y me acordé de vos'», replicó con firmeza. La conversación, aunque algo absurda en apariencia, dejó entrever las tensiones de una pareja que, como muchas, siente el impacto de la distancia y las rutinas alteradas.
Diego, en su defensa, aclaró que el mensaje matutino no interrumpe su descanso: «El mensaje no me va a impedir descansar porque el teléfono lo tengo silenciado y no perturba mi sueño». A lo que Yanina retrucó: «¿En qué te cambia la vida ese mensaje a la mañana?». Con un dejo de resignación, él respondió: «Nada, pero intercalá, no te pido todos los días, de vez en cuando».
El intercambio dejó a la vista cómo incluso en vínculos de años, los gestos cotidianos —o su ausencia— pueden ser motivo de conflicto. La charla, aunque teñida de humor, reveló también una necesidad de atención y conexión que no siempre la tecnología ni los viajes permiten cubrir del todo.
Mientras Diego sigue instalado en Seattle con la cobertura del torneo, y Yanina se reparte entre su trabajo en medios y la familia en Buenos Aires, el debate sobre los buenos días sigue abierto. ¿Será solo un desacuerdo anecdótico o el síntoma de una dinámica más profunda?