lunes, 9 de junio de 2025 00:53
Las elecciones intermedias, que se realizan para la renovación parcial de los cuerpos legislativos nacionales y provinciales, son esperadas como preludio de las elecciones ejecutivas, donde se pone en juego el “poder real” con presidente, gobernadores e intendentes. Invariablemente, se vaticina que ese peldaño previo define un escenario condicionante para la siguiente elección, bajo la premisa de que una derrota deja maltrecha a la fuerza vencida y que la victoria allana el camino a la consolidación. La sensación perdura hasta hoy, donde muchos analistas consideran que un triunfo de Javier Milei equivaldría al derrumbe definitivo del peronismo y que un éxito peronista pondría a Milei contra las cuerdas. Sin embargo, la historia reciente demuestra que la ecuación no necesariamente se cumple y, desde el retorno de la democracia, se acumulan antecedentes de toda clase.
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Los presidentes Raúl Alfonsín y Carlos Menem, en sus primeros mandatos, enfrentaron una situación especial, porque antes de la reforma constitucional de 1994 la presidencia se extendía por seis años, de manera que ambos debieron enfrentar dos intermedias. Alfonsín triunfó ampliamente en las legislativas de 1985 y logró la mayoría absoluta en la Cámara Baja del Congreso, pero en 1987 perdió con el peronismo y, dos años después, abandonó la Casa Rosada. Carlos Menem ganó las dos intermedias de su primer mandato, pero en 1997 perdió con la Alianza, que le arrebataría la presidencia al peronismo dos años después. La Alianza, a su vez, perdió su intermedia en 2001 y meses después se derrumbaría todo su gobierno. El kirchnerismo triunfó en las intermedias de 2005 y sucumbió en las de 2009, pero después mantuvo el poder en las presidenciales de 2007 y 2011. En 2013 ganó otra intermedia, pero perdió la presidencia en 2015 sin atenuantes. También el macrismo ganó su intermedia con amplitud, para perder la presidencia en la elección siguiente. Y el peronismo perdió las intermedias de 2021 ante el macrismo, pero dos años después ambos perdieron la presidencia ante Milei.
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En resumen, las intermedias no son en absoluto determinantes. No podrían serlo en un país tan volátil en materia política, social y económica, donde pretender resolver un escenario con dos años de anticipación es sencillamente utópico. Y en este 2025 llegan con un fenómeno singular, que es la baja participación y el desinterés general, características que se presentan de manera tan recurrente, que son varias las autoridades que proponen terminar con las intermedias y votar directamente una sola vez cada cuatro años, en un único acto que reparta todos los cargos legislativos y ejecutivos. Hoy parece que todos los caminos conducen a esa decisión.
El Esquiú.com