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ESTRENO EN CINES

4 estrellas

Misión: Imposible – Sentencia Final (Mission: Impossible – The Final Reckoning, Estados Unidos/2025). Dirección: Christopher McQuarrie. Elenco: Tom Cruise, Hayley Atwell, Ving Rhames, Simon Pegg y Esai Morales. Guion: Christopher McQuarrie y Erik Jendresen. Duración: 169 minutos. Apta para mayores de 13 años.

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A partir de la popular serie emitida entre 1966 y 1973, los directores Brian De Palma (filmó la 1), John Woo (la 2), J.J. Abrams (la 3), Brad Bird (la 4) y Christopher McQuarrie (de la 5 a la 8) construyeron un vehículo pensado sobre todo para el lucimiento de Tom Cruise La vertiginosa y adrenalínica franquicia parece estar llegando a su fin (aunque en Hollywood nunca digas nunca) con un actor que, a punto de cumplir 65 años y con casi tres décadas dedicadas al agente Ethan Hunt (la primera entrega se estrenó en 1996), está en plena forma con un físico más que envidiable para afrontar las muy exigentes y espectaculares escenas de acción (aquí las hay tanto submarinas como luego aéreas).

La amenaza apocalíptica que representa The Entity, una fuerza destructiva dominada por la Inteligencia Artificial que podría terminar con el planeta, ya había sido presentada hace dos años en Sentencia mortal: Parte 1, pero aquí, luego de las obvias, didácticas y hasta torpes explicaciones del caso (el guion del propio McQuarrie y Erik Jendresen no es particularmente innovador), todo resulta bastante más sencillo y directo: Hunt -con la ayuda de su equipo que incluye a Grace (Hayley Atwell), Luther (Ving Rhames), Benji (Simon Pegg) y Paris (Pom Klementieff)- deberá nadar, correr, saltar, manejar, pilotear y pelear hasta el último segundo para salvar al mundo.

La película empieza y termina con sendos (auto) homenajes a la saga. En una suerte de In Memoriam como el de los Oscar se recorren al principio escenas de todas las películas anteriores en una suerte de tributo a los que ya no están (sobre todo a los amores de Hunt que funcionaron como una suerte de sacrificio a pagar).

El final -claro- no lo contaremos, pero también apela a la memoria emotiva, propone hacer un ejercicio similar al de rebobinar un viejo VHS para agradecer estas tres décadas en las que el cine de acción más clásico (más allá de la incorporación de las nuevas tecnologías para las set-pieces) sobrevivió en buena medida gracias a cómo Cruise, desde su lugar de productor y protagonista de la saga, se alió con cineastas de talento para sostener la nobleza de Hollywood. Esa esencia que muchos cinéfilos celebramos durante la hermosa proyección en la inmensa Sala Lumière en la que no cabía un alfiler con su pantalla realmente gigante y su portentoso sonido Dolby Atmos que hacía vibrar las butacas. Hollywood en todo su esplendor, pero en tierra francesa.

Por Diego Batlle

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