Cuando el fútbol se vuelve amor, inclusión y esperanza

Hay historias que van mucho más allá de los resultados, los puntos y las estadísticas. Historias que emocionan, que nos enseñan, que nos invitan a mirar el fútbol con otros ojos. Y una de esas historias se vivió este fin de semana en el Torneo de Inferiores de la Liga Chacarera, con un protagonista que se ganó todos los aplausos: Joaquín Cornejo.

Tiene 15 años, vive en La Falda de San Antonio y juega en la Sub15 de Juventud Unida. Pero sobre todo, Joaquín es un amante del fútbol. Padece distonía, una enfermedad neurológica que afecta el control muscular, pero nada de eso le impide soñar. Lleva tres años entrenando, y cada práctica es una fiesta. Llega una hora antes, patea con los chicos mientras espera su turno, y disfruta cada momento con una pasión que contagia.

Lee además

En el partido ante San Martín de El Bañado por la cuarta fecha, se vivió un momento mágico. En complicidad con sus compañeros y los del “Santo”, Joaquín convirtió un gol que fue mucho más que eso: fue un símbolo de inclusión, de amor, de fútbol del bueno. Lo gritó con el alma, lo abrazaron todos, y el aplauso fue tan fuerte como sincero.

Joaquín es fanático de River, pero su corazón late también por Juventud, su lugar en el mundo. Su mamá lo dijo con claridad: “el club es su segunda casa”. Ahí encuentra contención, amigos, sueños y la posibilidad de seguir creciendo mientras continúa su tratamiento de rehabilitación.

Historias como la de Joaquín nos recuerdan que el deporte puede ser una herramienta de transformación, que un club de barrio puede ser familia, y que un gol puede valer más que mil campeonatos.

Porque a veces, lo que más se celebra no es una victoria… sino la emoción de ver feliz a un pibe que ama la pelota.