domingo, 27 abril, 2025

Apuntes del Secretario

Noticias Relacionadas

domingo, 27 de abril de 2025 01:16

Reflexiones finales

Todo se ha dicho en estos días acerca de Jorge Bergoglio, sus orígenes, su ascenso en la estructura eclesiástica, su simpatía y humildad. Los matices de sus poco más de doce años de papado, fueron puestos bajo la lupa de la prensa mundial a partir de su fallecimiento. Hubo repasos superficiales y profundos, con abundantes imágenes y filmaciones que documentan su desempeño desde que asumió como Obispo de Roma y jefe del Estado vaticano. Pero esa admiración global no repercutió aquí con la intensidad que merecía tamaña epopeya. Cuando se mire en retrospectiva lo que sucedió en Argentina entre marzo de 2013 y abril de 2025, el tiempo en que hubo un Papa argentino, se hallarán discusiones estériles, y odios enfermizos que se proyectaron sobre la figura papal sin razonar que su investidura estaba muy por encima de las miserias cotidianas. El ejemplo más claro son los insultos del presidente Javier Milei, quien ahora (ya con Francisco muerto) intenta minimizar sus ataques diciendo que le pidió disculpas y Francisco le respondió que eran “errores de juventud”. Buen intento de la prensa amiga por reivindicar al liberal libertario, aunque insuficiente ya que Milei insultó al Papa a sus 53 años, como hombre bastante crecidito como para disimular sus exabruptos en ímpetus adolescentes. Pero no fue solo Milei. Muchos otros, con menos brutalidad, compartieron ese rechazo. Por eso, será con suerte la próxima generación de argentinos, o quizás la siguiente, la que valore el significado histórico de un episodio único, como fue contar con un Papa argentino. Entre nosotros, sus contemporáneos, claramente el árbol tapó al bosque, y las rencillas coyunturales impidieron comprender la real dimensión de haber contado con un compatriota como líder mundial, con una ascendencia que excede incluso las creencias religiosas. Así, mientras el mundo entero llora la pérdida de un ser humano excepcional, aquí se sigue discutiendo si era o no era peronista, porque reivindicaba la justicia social. Debe decirse que no es una reacción novedosa. Es un mal nacional, que padecieron muchas otras excepcionales personalidades nacionales. José de San Martín murió en un triste exilio, y debió pasar mucho tiempo hasta que fuera reivindicado como el gran héroe nacional. Los veteranos de Malvinas son homenajeados ahora, cuarenta años después del conflicto, pero la pasaron muy mal cuando regresaron de la guerra. Y la misma actitud se repite con enormes representantes de la política, la cultura y hasta el deporte. Francisco ya descansa en paz. Quedará en Catamarca el eterno reconocimiento por haber cumplido el anhelo de la beatificación de Esquiú, que demoró más de un siglo. Quedará el dolor por su partida y el sinsabor de que nunca regresó al país. Pero deja el legado enorme de su mensaje y sus enseñanzas. Queda la esperanza de que cuando se recupere la calma y se tranquilicen las pasiones mundanas, se vuelva a esas fuentes de sabiduría, que estarán allí, esperando.

Enésimo intento

El Gobierno provincial procurará, una vez más, avanzar con la reforma constitucional impulsada hace once años, sin que la actualización de la Carta magna haya logrado consumarse. La necesidad de revisar y enriquecer el articulado escrito allá por 1988 es a esta altura tan obvia que no necesita fundamentarse demasiado, como que todo el arco político coincidió en su momento en los beneficios de una renovación. En todo caso, el punto a considerar es que ha pasado tanto tiempo que incluso el proyecto reformista debe revisarse, porque esta década transcurrida desde la iniciativa presentada por Lucía Corpacci impone reformular consensos. Ojalá que esta vez la dirigencia política esté a la altura de las circunstancias y logre concretar el proyecto, sin insistir con las excusas del momento electoral y otros pretextos que malograron los intentos anteriores. Desde las reelecciones indefinidas hasta los avances tecnológicos que generaron enormes vacíos legales, pasando por reformas en las estructuras estatales, son muchos los aspectos a considerar, y el debate no se puede postergar indefinidamente. Diálogo y madurez, es todo lo que hace falta.

Recuerdos

Una de las principales calles de la ciudad de Córdoba se llama 27 de Abril, pero muchos cordobeses y turistas ignoran a qué se debe ese nombre. La fecha conmemora la revolución de 1852. El coronel Manuel Esteban Pizarro derrocó al entonces gobernador Manuel “Quebracho” López, quien desde 1835 había estado al frente de la provincia durante 17 años. Las tropas de Pizarro arribaron hasta la Casa de Gobierno precisamente por la calle “de la Alameda” que después pasó a llamarse 27 de Abril. Según cuenta el político y escritor Esteban Dómina, la rebelión encabezada por Pizarro terminó de resolver la ambigua situación política generada en Córdoba tras la batalla de Caseros. Dos meses después, asumió la gobernación Alejo Carmen Guzmán. López fue al destierro a Santa Fe, donde falleció en 1860. “La 27” albergó desde 1936 hasta 1958 la sede del gobierno, donde hoy funciona la Biblioteca Córdoba. Hoy es una de las arterias emblemáticas de la Capital cordobesa que atraviesa el centro de la capital. La historia comienza el 3 de febrero de 1852, cuando el país rompe su polarización con la mítica batalla de Caseros. Juan Manuel de Rosas, al mando de la Confederación Argentina, es derrotado por el Ejército Grande liderado por Justo José de Urquiza, por lo que renuncia como Gobernador de Buenos Aires y se exilia en Gran Bretaña. La noticia llega a Córdoba y, entre manifestaciones que suspenden varias sesiones, finalmente el 26 de febrero la Honorable Sala de Representantes de la Provincia de Córdoba nombra a Urquiza como “Ilustre Libertador y Benemérito General”. En aquel entonces, la provincia era gobernada por el rosista Manuel “Quebracho” López, quien ante la derrota del caudillo bonaerense cambia su discurso para caer bien parado en el escenario político. El unitarismo cordobés rechazaba la permanencia de los federales en el gobierno provincial y el giro ideológico debilitaba a López. En ese contexto se dio la incursión de Pizarro que originó el bautismo de la calle, con la identificación que se mantiene hasta la actualidad.

El Esquiú.com

Últimas Publicaciones