sábado, 26 de abril de 2025 09:30
En un contexto de sostenida recuperación económica, donde la actividad mostró un crecimiento del 5,7% en febrero, la situación del consumo de alimentos arroja cifras preocupantes. Productos esenciales como la carne están siendo abandonados en favor de alternativas más económicas como el pollo o el cerdo, especialmente entre sectores económicos más vulnerables.
Según datos de la consultora Scentia, el consumo acumulado en marzo de 2024 registró una caída del 14%, y durante el primer trimestre de 2025, del 8,5%. Las familias que se encuentran por debajo de la línea de pobreza están cambiando su dieta, optando por productos básicos como fideos, polenta y arroz.
A pesar de que las ventas de bienes duraderos, como autos y electrodomésticos, han aumentado considerablemente —un 90% interanual en autos y un 62% en motos—, los sectores de ingresos medios-bajos y bajos se ven forzados a destinar una mayor proporción de sus ingresos a la compra de alimentos. Esto refleja una significativa pérdida en su poder adquisitivo, limitando su acceso a bienes duraderos y viajes.
En marzo, el consumo masivo en supermercados y autoservicios continuó en baja, con una caída del 0,3% en comparación con el mismo mes del año anterior, acumulando una disminución del 5,4% interanual. Los hogares argentinos ahora muestran un consumo más consciente y selectivo, priorizando productos relacionados al mantenimiento del hogar y cuidado personal, mientras que el consumo de bebidas alcohólicas y no alcohólicas ha disminuido.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) indican que la inflación alcanzó el 3,7% en marzo, impulsada principalmente por el aumento en los precios de educación y alimentos. Con una inflación acumulada del 55,9% interanual, los hogares enfrentan un escenario de alta incertidumbre económica.
Particularmente alarmante es el descenso en el consumo de carne, que ha caído durante 16 meses consecutivos. En marzo, el retroceso fue del 2,7%, con un promedio de consumo per cápita de 47,8 kilos, el más bajo en tres décadas. A medida que los precios de la carne se elevan —con aumentos que superan el 30% en algunos cortes—, la compra de este alimento esencial se ha convertido en un lujo para muchas familias.
La disparidad en el consumo entre diferentes sectores sociales se hace evidente, siendo los hogares con ingresos altos los que pueden permitirse ahorrar y destinar sus recursos a viajes y productos importados. Mientras que la clase media-baja enfoca sus ingresos en lo más básico, los datos reflejan un panorama socioeconómico complejo, donde cada vez más argentinos deben adaptarse a una nueva realidad marcada por la inflación y el estancamiento del poder adquisitivo.