lunes, 21 abril, 2025

Francisco, el Papa que amaba las películas

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Amante del cine y declarado amigo personal de Martin Scorsese, el pasado 17 de febrero el Papa Francisco tenía dispuesto visitar Cinecittà, para celebrar allí el Jubileo de los Artistas. Habría sido el primer pontífice que pisara ese templo del cine, pero en vez de eso tuvo que entrar en camilla al Hospital de Gemelli. El resto ya es noticia. Lo interesante aquí es repasar un poco ese amor suyo por el cine.

Empecemos por marzo del 2013. El cardenal Jorge Mario Bergoglio estaba a punto de ver la comedia de Nanni Moretti “Habemus Papam” cuando lo llamaron urgente del Vaticano para participar en la elección de quien sería el sucesor de Benedicto XVI. Se dijo “la veré cuando vuelva”, pero al final la vio allá en Roma, varios meses después. Esto lo contaba él mismo, cuando le preguntaban por su relación con el cine.

En esas circunstancias, recordaba las películas que lo marcaron cuando niño en un cine de Flores que ya no existe, todas italianas, que era lo que más veía, como buen hijo de italianos, piamonteses para más datos. “Creo que vi todas las películas de Anna Magnani y Aldo Fabrizi”, decía, tanto las cómicas como la tremenda “Roma, ciudad abierta”, de Roberto Rossellini, una de las cumbres del neorrealismo, inspirada en personajes reales como el cura Giuseppe Morosini, miembro de la Resistencia torturado y fusilado por los nazis pocos meses antes de terminar la guerra.

Hincha de San Lorenzo de Almagro desde los 9 años, es lógico que sus películas argentinas favoritas fueran, durante largo tiempo, “Pelota de trapo”, de Torres Ríos (“Cuenta la historia de niños que juegan en la calle, en el baldío, y se divierten con lo que tienen, aunque sueñan con tener un día una pelota verdadera, de cuero”), y, en particular, “El cura Lorenzo”, de Augusto Vatteone, sobre el cura Lorenzo Mazza, creador de un club infantil en la parroquia de Almagro, cuando aquello era un andurrial. Luego, a la hora de ponerle un nombre a ese club, los propios chicos santificaron al párroco. Ese es el origen de San Lorenzo de Almagro y la película, por suerte, todavía es bastante buena.

A los 18 Bergoglio descubrió “La strada”, de Federico Fellini, “quizá la película que más me ha gustado cuando era joven”, y repetía el diálogo de Richard Basehart, el payaso, con Giulietta Masina: “Todo lo que hay en este mundo sirve para algo. No sé para qué sirve esta piedra, pero para algo tiene que servir. También las estrellas. Y también tú, tú también sirves para algo con lo tonta que eres”.

Usaba esa película en sus catequesis porteñas, y también “Los niños nos miran”, de Vittorio de Sica, cuando tenía reuniones de padres, “Rapsodia en agosto”, de Akira Kurosawa, enfatizando la relación de abuelos y nietos, y “Andrei Rublev”, de Andrei Tarkovski. “Te hace pensar en lo que está pasando en el mundo hoy en día. Rublev ya no pinta y ni siquiera habla. Deambula perdido hasta que siente el repiqueteo de una campana. Y al primer sonido de esa campana su corazón se abre de nuevo, su lengua se afloja, vuelve a hablar, volverá a pintar. Y la pantalla se llena con los colores de sus obras”.

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El Papa Francisco con el director Matteo Garrone, de «Yo capitán», sobre inmigrantes africanos ilegales en Italia. La película tuvo su estreno en el Vaticano

Hay algo más: Francisco fue el primer Papa que puso de ejemplo una película en una exhortación apostólica, la “Amoris laetitia”. Este es el párrafo: “Las alegrías más intensas de la vida nacen cuando podemos procurar la felicidad de los demás, en una anticipación del Cielo. Hay que recordar la feliz escena de la película ‘La fiesta de Babette’, donde la generosa cocinera recibe un abrazo agradecido y un elogio: ‘¡Cómo deleitarás a los ángeles!’”. En su momento, esa sola mención bastó para reflotar ante el público el film, muy agradable, de Gabriel Axel y el cuento de Karen Blixen en que se basa.

Hay otros, como “La vida es bella”, de Roberto Benigni, pero uno de los últimos títulos que el Papa Francisco destacó entusiasmado es “Io capitano”, (Yo, capitán), de Matteo Garrone, potente relato de la aventura de unos jóvenes africanos que atravesaron el desierto y el mar en busca de un mejor futuro. El film se proyectó como premiere en el Vaticano, y junto al Papa y el director estaba Mamadou Kouassi, uno de los inmigrantes (y sobrevivientes) que inspiraron la obra. Acá, dicho sea de paso, se estrenó sin mayor promoción, de un día para otro, y así le fue.

Francisco personaje

Sobre Jorge Bergoglio y su transformación en Francisco I ya hay dos biopics: “Francisco, el padre Jorge”, de Beda Docampo Feijóo, y la mucho más elogiable “Los dos Papas”, de Fernando Meirelles, sobre guión de Anthony McCarten, con Jonathan Price, Juan Minujin como Bergoglio joven y Anthony Hopkins como Benedicto, una obra que, con abundante chispa, buen humor y agudeza, imagina posibles diálogos entre ambos prelados, uno conservador y el otro reformista. Hay también una miniserie italiana de Daniele Lucchetti con libreto del argeentino Martín Salinas, protagonizada por el chileno Sergio Hernández, “Chiamatemi Francesco. Il Papa della gente”, donde Rodrigo de la Serna hace de Bergoglio joven.

En cuanto a documentales, que son muchos, vale la pena señalar “Francisco de Buenos Aires”, de Miguel Rodriguez Arias, el primero de todos, y muy completo, y luego “Papa Francisco. Un hombre de palabra”, de Wim Wenders, “In viaggio”, de Gianfranco Rosi, que registra sus 37 visitas apostólicas a lo largo de 53 países tan solo en los primeros nueve años de papado, y las miniseries “Jesuitas modernos”, de Palma Buratta y la más reciente “Historias de una generación con el Papa Francisco”, donde aparecen Jane Goodall, Martin Scorsese y otros viejos notables, jóvenes de espíritu.

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