domingo, 19 de enero de 2025 05:07
A sus 78 años, el magnate inmobiliario Donald Trump iniciará mañana su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos, tras una primera experiencia en el cargo que se extendió entre 2017 y 2021, con un proyecto reeleccionista que se frustró por los devastadores efectos de la pandemia de coronavirus, durante la que el poderoso del norte se convirtió en el país con más infectados y más víctimas fatales. No obstante, el híbrido gobierno de Joe Biden le permitió al excéntrico empresario sortear escollos judiciales varios y apurar su regreso, aprovechando los yerros de un partido demócrata que apostó por un segundo mandato de Biden y debió reemplazarlo en el tramo final de la campaña, cuando se hizo evidente que el veterano presidente no estaba lúcido. La tardía reacción allanó el retorno de Trump, tan provocador como siempre, aunque a esta altura sus declaraciones llaman menos la atención y sobresalen en cambio sus amistades, encabezadas por Elon Musk y la troupe de empresarios tecnológicos. Así, incluso por encima del anunciado plan de deportación masiva de latinos, la expectativa pasa por saber qué hará ante los grandes conflictos, como la guerra de Ucrania, Medio Oriente y la amenaza China.
En principio, Trump en el poder supone una buena noticia para Vladimir Putin, con quien siempre tuvo buen entendimiento. Es probable que le corte los suministros al ucraniano Zelenski y hasta que avance en un acuerdo favorable a los rusos. En cualquier caso, exigirá que los europeos metan la mano en sus bolsillos si quieren seguir ayudando a Ucrania, lo que podría acelerar el fin de la guerra a casi tres años de su inicio. En Medio Oriente, no habrá tantas sorpresas: Trump seguirá como aliado incondicional de Israel, pero evitará que escale el conflicto con Irán y seguirá la línea que ya esbozó en su anterior mandato. No será extraño que se anote el reciente acuerdo de alto el fuego como un mérito suyo. Finalmente, tampoco iría al choque con China, pese a la latente amenaza de un conflicto armado del gigante asiático por Taiwán. Con los chinos, la guerra de Trump será comercial y se basaría en más y más aranceles para frenar el acelerado crecimiento del país asiático. Sobre el cambio climático y otros temas, probablemente siga su rol rebelde y se distancie de los esfuerzos globales.
Finalmente, para Argentina no se vislumbra ningún interés especial. Hay una expectativa enorme en Casa Rosada por el amor que Javier Milei le profesa a quien dirigirá la mayor potencia mundial, con la esperanza de que esa relación que el libertario se esfuerza por construir se traduzca en favores de toda clase, comenzando por la habilitación de nuevos préstamos para el país, y paciencia y flexibilidad para el cobro de antiguas deudas. Flaco objetivo para Argentina, cuyo crítico panorama económico no se modificará en esencia por la aparición de algún que otro salvavidas. El mejor escenario mostraría el retorno de las “relaciones carnales” que no solucionaron nada por estos rincones, más allá de dejar una amplia colección de fotos cholulas para el álbum.
El Esquiú.com