En apenas tres años, la inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser una tecnología emergente a un tema central en la sociedad global.
El lanzamiento de ChatGPT en 2022 marcó un punto de inflexión, mientras que 2024 trajo mejoras constantes en sistemas más rápidos, económicos y capaces de interactuar mediante voz y video.
Según expertos consultados por Time, el 2025 se perfila como un año clave para la IA, con avances en autonomía, gobernanza y aplicaciones, pero también con desafíos éticos y regulatorios que definirán su impacto en la sociedad.
La transformación más evidente será el paso de chatbots básicos a agentes “agenciales”, sistemas capaces de actuar de forma autónoma para completar tareas complejas.
Según Ray Kurzweil, futurista de renombre, los sistemas de IA ya están comenzando a operar computadoras, como lo demuestra el modelo Claude de Anthropic, lanzado en 2024.
Estas capacidades podrían evolucionar hacia funciones avanzadas, como programar reuniones o escribir código, aunque Jaime Sevilla, director de Epoch AI, advierte que en 2025 los agentes de IA aún serán percibidos más como curiosidades que como herramientas indispensables.
Sin embargo, esta autonomía plantea riesgos significativos. Melanie Mitchell, profesora en el Instituto Santa Fe, destaca que los errores de estos sistemas, especialmente si manejan datos personales o financieros, podrían acarrear consecuencias graves. Aunque prometen facilitar tareas, su implementación masiva dependerá de su confiabilidad.
A medida que la IA redefine sectores económicos y sociales, los gobiernos la han situado en el centro de sus estrategias de seguridad nacional.
Dan Hendrycks, director del Centro para la Seguridad de la IA, explica que esta perspectiva será clave para las grandes decisiones sobre el futuro de la tecnología.
Ejemplo de ello son las restricciones impuestas por Estados Unidos a China en el acceso a chips avanzados y la colaboración de empresas como Meta con agencias de inteligencia estadounidenses.
En este contexto de competencia global, Amandeep Singh Gill, enviado de la ONU para tecnología, subraya la necesidad de preservar espacios de cooperación entre naciones como Estados Unidos y China, aunque admite que el panorama actual favorece la rivalidad.
La carrera por desarrollar sistemas cada vez más inteligentes ha superado, en muchos casos, la capacidad de los gobiernos para regularlos.
La Unión Europea lidera los esfuerzos regulatorios con su Ley de IA, que comenzará a aplicarse en agosto de 2025.
Según Markus Anderljung, del Centro para la Gobernanza de la IA, estas normativas podrían tener un impacto global, ya que las empresas podrían optar por seguir los estándares europeos para simplificar su operación en múltiples mercados.
En Estados Unidos, aunque se han presentado más de 100 propuestas legislativas relacionadas con la IA, se espera poco avance a nivel federal en 2025, dejando a los estados la iniciativa en esta área. Este retraso podría generar discrepancias en la implementación de normativas entre regiones.
El próximo año será decisivo para que la industria tecnológica justifique los miles de millones invertidos en IA.
Según Rumman Chowdhury, CEO de Humane Intelligence, la presión por demostrar valor tangible será enorme. En sectores como la salud, el impacto de la IA es evidente, con herramientas de diagnóstico a la espera de aprobación por parte de la FDA. Sin embargo, en mercados del Sur Global, donde hay menos supervisión, la introducción de modelos defectuosos podría exacerbar desigualdades.
Jai Vipra, investigadora de políticas de IA, advierte sobre la automatización de trabajos ya precarizados, como los centros de atención telefónica en India.
Otra área en rápida expansión es el video generado por IA. Los modelos lanzados en 2024 por Google y OpenAI han demostrado un avance significativo, aunque el acceso a estas herramientas aún es limitado.
Se prevé que en 2025 los costos disminuyan y la tecnología se haga más accesible, permitiendo aplicaciones en tiempo real, como el análisis de videos capturados por gafas inteligentes para realizar reparaciones o resolver problemas cotidianos.
El 2025 promete ser un año transformador para la inteligencia artificial, con avances que podrían redefinir sectores completos y cambiar la vida diaria.
Sin embargo, también plantea preguntas fundamentales sobre ética, privacidad y gobernanza. Mientras los desarrolladores empujan los límites de lo posible, será crucial que los gobiernos y las sociedades definan cómo integrar esta tecnología de manera segura y equitativa.