Hace mucho tiempo que la sociedad le viene pidiendo a la clase dirigente mayor nivel en el discurso político, que cesen en las agresiones personales e insultos y se centren en debatir las propuestas, las políticas estratégicas para el desarrollo nacional. Sin embargo, como nunca antes la actualidad ofrece múltiples ejemplos de que la situación, lejos de mejorar según las expectativas de la mayoría de la ciudadanía, empeora, que la calidad del trato entre políticos, muchos de los cuales han sido elegidos por voluntad popular, desbarranca hacia el abismo de la degradación discursiva.
Si bien es el propio Milei el que suele incurrir en descalificaciones de toda índole, incluso personales, el último caso resonante tiene como protagonista a una de las dirigentes más cercanas al presidente, la diputada nacional Lilia Lemoine, quien desde mucho tiempo ha emprendido una campaña de agresiones que van subiendo de tono contra la vicepresidenta Victoria Villarruel.
La legisladora libertaria la llamó «garrapata, «sanguijuela» y «casta» a Villarruel por su alusión al sueldo que cobra, al que considera bajo. Además, Lemoine generó imágenes a través de Inteligencia Artificial de su adversaria, muy ofensivas, burlándose de ella.
Una funcionaria cercana a Villarruel, que mostró con números concretos que un diputado nacional gana más que la vicepresidenta, pasó a ser la víctima de los ataques desaforados de la legisladora. «Sobame la quena», respondió Lemoine. Sorprendida, la cercana a Villarruel le recriminó no poder «sostener un diálogo en disidencia en forma civilizada», pero Lemoine insistió. «Sacudite la entrepierna, a ver si se te sale la arena».
No es la primera vez que Lemoine arremete contra Villarruel, y también lo ha hecho, con su estilo agresivo, contra otros dirigentes de su propio espacio o de la oposición. Tal vez los constantes exabruptos del presidente, que son festejados por sus seguidores en redes sociales, animen a que otros ejerzan el mismo estilo visceral. Incluso lo hacen algunos funcionarios que en gestiones anteriores se mostraron prudentes a la hora de declarar, pero que en el actual gobierno asumen la posición confrontativa directa. Un ejemplo es el ministro de Economía, Luis Caputo.
También en las distintas variantes de la oposición se advierten agresiones personales, que son priorizadas a veces por sobre los cuestionamientos a las políticas oficiales.
Las últimas agresiones de Lemoine, más subidas de tono que de costumbre, desencadenaron una presentación en los tribunales de Comodoro Py en su contra. La Fundación “En cumplimiento del deber” radicó una denuncia en la que acusan a la diputada de delitos de injurias, discriminación e incitación a la violencia colectiva. «Estas expresiones han sido ampliamente difundidas a través de medios de comunicación y plataformas digitales, afectando no solo a la vicepresidente en su calidad de funcionaria pública, sino también a los ciudadanos que la eligieron democráticamente, y ciudadanos que expresan sus opiniones en sus redes sociales», dice la denuncia, radicada en el juzgado de Julián Ercolini.
El bozal legal que solicita es un recurso que se utiliza en última instancia. No debería apelarse a él si primara en la política argentina