martes, 7 enero, 2025

Argentina y el arte de tropezar siempre con la misma piedra

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lunes, 6 de enero de 2025 01:34

Economistas de mayor o menor prestigio, de distintas vertientes teóricas y diferentes niveles de experiencia confluyen desde hace un tiempo en una coincidencia, al señalar que el valor del dólar en Argentina está atrasado. La estabilidad que se mantiene en la cotización de la moneda estadounidense responde a intervenciones permanentes del Estado, irónicamente por decisión de un Gobierno que proclama la libertad de mercados y aborrece la intervención, al sólo efecto de mostrar “resultados” de sus políticas económicas. Pero si algo demuestra la historia es que estas acciones traen consecuencias muy negativas. Orlando Ferreres, titular de la consultora OJF & Asociados, consideró que el dólar oficial debería ajustarse para evitar un atraso cambiario que afecte la competitividad económica. En línea con anteriores advertencias de Domingo Cavallo, Ferreres explicó que un tipo de cambio más alto es necesario para alcanzar una “paridad de equilibrio”. Según Ferreres, el valor teórico de equilibrio del dólar oficial se encuentra en 1600 pesos, un número considerablemente superior al actual (el oficial está a 1005 pesos). La preocupación de Ferreres se suma al análisis de Cavallo, quien recientemente advirtió que el peso argentino está sobrevaluado en alrededor del 20 por ciento, un nivel que recuerda al periodo final de su “obra maestra”, la convertibilidad (1999-2001). En ese entonces, la apreciación del peso provocó una deflación y agravó la recesión económica.

El atraso cambiario podría tener consecuencias adversas, como el incremento de las importaciones y una pérdida de competitividad para los sectores exportadores e industriales. No hay mejor ejemplo de los efectos que el mencionado Plan de Convertibilidad menemista, que se diseñó como un shock de dos años y se extendió más una década, desde 1991 hasta que se derogó la ley del “uno a uno”, justamente un 6 de enero en el año 2002, hace hoy 23 años. Lo que dejó ese dibujo de estabilidad fue recesión, una multitud de cuasimonedas provinciales, caída del PBI, masacre de la industria nacional, derrumbe de salarios, desempleo, etc., porque cuando los números retoman su cauce natural, los que pagan la fiesta son siempre los mismos.

Hace un cuarto de siglo y ahora, sobrevolaba sobre el país el FMI dictando órdenes y promoviendo ajustes para asegurarse el cobro de sus cuotas, como condición para seguir brindando oxígeno a través de nuevos préstamos que, lejos de conducir a soluciones, profundizan el rumbo desatinado y agravan la situación. El presente es una fotocopia de aquella debacle. Como el superávit, como la hiperinflación contenida, como las mejoras a los sueldos de los jubilados, el valor del dólar es uno más entre tantos datos fantasiosos que sostienen el discurso del “mejor gobierno de la historia”, que la realidad se ocupará, tristemente, de desnudar. Una curiosidad final. El economista y entonces precandidato a presidente José Luis Espert, denunciaba en 2023, cuando Sergio Massa dirigía la economía: “Se están endeudando para mantener un dólar ficticio. Lo hicimos 80 veces y terminó mal”. Ahora que se sumó al gobierno libertario, Espert bien podría contabilizar 81 veces.

El Esquiú.com

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