miércoles, 8 enero, 2025

Lo que hacía el Nono

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El productor y bodeguero Oscar Andreatta, detalla los avances y desafíos de la industria vitivinícola en nuestra provincia y nos comentó sobre el certificado de bodega sustentable otorgado por parte de COVIAR.

Consideró que somos parte de una región que destaca por sus características únicas y su potencial en la producción orgánica y explicó porque considera que no estamos tan lejos de esos objetivos.

En diálogo con NOAPRODUCTIVO, sentenció que la competencia es implacable y la diferenciación necesaria, además de considerar que hay puertas que se abrirán para orgánicos y otras para quienes no lo tienen de objetivo.

Fueron 22 bodegas que iniciaron este proceso y hasta ahora 4 obtuvieron la certificación de COVIAR, “el año pasado marcó un hito con la implementación de prácticas sostenibles, un camino que continuó este año con la certificación de «Argentina Vitivinícola Sostenible»; un compromiso que se extiende a todos los ámbitos de la bodega: clientes, sociedad, empleados y la comunidad. La transición comenzó en la producción orgánica que no significó un cambio radical en las prácticas tradicionales. “Al principio creíamos que ser orgánicos sería algo mucho más complejo. Sin embargo, nos dimos cuenta de que seguimos produciendo como lo hacían mis antepasados: mi abuelo, mi tatarabuelo. La diferencia está en el orden y los registros. Hoy, tenemos que documentar cada actividad para demostrar que lo que decimos es lo que hacemos”, explica.

La certificación no solo exige transparencia, sino también una inversión significativa para garantizar la presencia de los inspectores que puedan dar cuenta de los procesos. “La Universidad y la Facultad de Ciencias Agrarias jugaron un papel crucial al capacitar implementadores y facilitar la presencia de un inspector en Catamarca. Esto redujo significativamente los costos asociados, como viáticos y viajes a Buenos Aires”, agregó, agradeciendo el rol fundamental y el compromiso de la UNCa que permitió llevar adelante el desafío.

Orgánica por naturaleza

Andreatta destacó las condiciones privilegiadas del norte argentino para la producción sostenible. “Catamarca tiene una ventaja natural: nuestras tierras ya son orgánicas y sostenibles por defecto. El dueño de la bodega está involucrado directamente en el trabajo, lo que fortalece el vínculo con los clientes. En un mundo donde el valor de lo orgánico y sostenible crece, debemos aprovechar estas fortalezas”, afirmó. Aunque la sostenibilidad aún no cuenta con una ley unificada, el mercado internacional ya está marcando pautas. “Para 2028, muchos mercados no aceptarán productos sin certificado de sostenibilidad. Esto puede parecer lejano, pero está a la vuelta de la esquina. Estar preparados abrirá puertas que se cerrarán para otros”, advierte.

Simplicidad inesperada

Un aspecto sorprendente del proceso de certificación orgánica fue la simplicidad. “Cuando revisamos el listado de insumos aptos para producción orgánica del SENASA, descubrimos que ya usábamos muchos de ellos sin saberlo. No llevan el sello de orgánico, pero son aptos para esa producción. Lo que parecía complejo resultó ser algo que ya teníamos”, explica. Se trata, insistió, “en recuperar nuestros primeros aprendizajes, los que eran la forma natural de cuidar la tierra y la uva, lo que ya hacían nuestros abuelos”. El bodeguero, enfatizó que la provincia está bien posicionada para liderar en sostenibilidad y en lo orgánico. “No hay impedimento para que nuestras bodegas sean orgánicas o sostenibles. El mundo valora estas prácticas, y tenemos todo para aprovechar esta oportunidad y marcar la diferencia en la industria vitivinícola”.

Documentar

La diferencia radica en la necesidad de documentar y registrar cada actividad para demostrar el cumplimiento de los estándares de certificación. Este proceso, si bien exige mayor orden y registro, no implicó un cambio radical en la forma de producir. Una de las grandes ventajas de la región es su naturaleza inherentemente orgánica y sostenible. «El norte argentino, en general, es naturalmente orgánico, naturalmente sostenible», afirmó el productor, destacando la estrecha vinculación entre la tierra, la viña y los clientes, quienes a menudo interactúan directamente con los dueños de las bodegas. Esta cercanía y autenticidad son altamente valoradas en el mercado actual”.

Mercados

Si bien la sostenibilidad aún no cuenta con una ley unificada y cada entidad crea su propio protocolo, la exigencia del mercado internacional avanza a pasos agigantados. Se estima que, a partir de 2028, los mercados internacionales exigirán certificaciones de sustentabilidad para los productos. Si bien los productos no sostenibles seguirán comercializándose, se cerrarán algunas puertas para aquellos que no estén preparados. Por lo tanto, anticiparse a esta tendencia es crucial para asegurar la competitividad en el futuro.

Visitas a la bodega, lo orgnánico y el rol del enoturismo

El vino es un embajador

La combinación de vino y turismo es una estrategia clave para Bodega Andreatta. “Cada visitante y cada botella que se lleva terminan siendo embajadores de nuestra marca. A través del enoturismo, llegamos a lugares que, de otra forma, sería imposible alcanzar”, comenó. Esta conexión también refuerza el compromiso con la sostenibilidad, ya que los turistas valoran la autenticidad y la responsabilidad ambiental. Existe una generación de consumidores y este cambio generacional también juega un papel importante en la industria. “Los jóvenes valoran el consumo responsable y están dispuestos a pagar más por productos que respeten el medio ambiente. Aunque inicialmente no buscaban un vino orgánico, cuando conocen nuestra historia y degustan nuestros vinos, la preferencia se inclina hacia lo orgánico”, asegura. La industria enfrenta una competencia feroz, con más de mil bodegas en el país. “Cada bodega tiene al menos dos etiquetas de vino, lo que genera más de dos mil competidores. Diferenciarnos a través de la sostenibilidad y lo orgánico es esencial para competir en este mercado”, subrayó. No teníamos una respuesta, no sabíamos que iría a pasar con la propuesta orgánica para el público local, pero era algo que teníamos que hacer. “Si bien antes de la transición a la producción orgánica no se percibía una demanda específica por estos productos, la experiencia actual demuestra que los consumidores, especialmente los más jóvenes, valoran y están dispuestos a pagar más por vinos orgánicos y sostenibles”.

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