martes 31 de diciembre de 2024
Catamarca, ARGENTINA
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Cara y Cruz
En menos de un año el presidente de la Unión Industrial de Catamarca, Carlos Muia, varió diametralmente de opinión respecto de la situación económica nacional. En diciembre del año pasado, derrochando optimismo, vaticinó que el 2024 sería “espectacular”. Un año después formuló un rosario de quejas por un programa económico que afecta la producción y la rentabilidad industrial. «En el ámbito nacional, lo que estoy viendo es que no hay una política de defensa del trabajo argentino. En esto no somos prebendarios, no decimos que no tenga que haber importación, decimos que tiene que haber cupos para importar. Siempre decimos que un 30% de lo que se produce en el país se puede importar: sean termos, bicicletas, ropa, calzado, heladeras, etc. Cuando vos importás más que eso, lo que hacés es destruir la industria local», opinó.
Y añadió: «Nuestro sector está en general con altos stocks de mercadería sin vender, algunos con problemas de liquidez para afrontar los compromisos. A pesar de que tenemos el doble de costo salarial que Brasil, nuestros obreros no llegan a fin de mes. Se da una paradoja: mientras no somos competitivos en la región, a nuestros obreros no les alcanza para lo básico y elemental”.
El sector industrial no está entre los beneficiados por al actual modelo. No es algo inesperado, sin embargo, sino el resultado lógico de la aplicación de medidas, como la apertura con escasas restricciones de las importaciones, que son parte esencial del modelo. A este panorama debe sumársele el achicamiento del mercado interno por la caída de los salarios, y la poca competitividad para exportar por el atraso cambiario.
Todos los ciclos de políticas neoliberales del último medio siglo han atacado las bases mismas del desarrollo industrial. Ocurrió con el programa económico de José Alfredo Martínez de Hoz, en la dictadura; también con la Convertibilidad y finalmente durante la gestión presidencial de Mauricio Macri. En todos esos ciclos se registraron, como ocurre en la actualidad, fuertes caídas de la producción industrial, cierre de empresas del sector, y decaimiento casi generalizado de la capacidad instalada. También, como bien apunta Muia, una caída pronunciada de los ingresos de los trabajadores industriales.
El modelo tiene otros ganadores: por ejemplo el sector energético (gas y petróleo no convencional) y el de la minería. Las facilidades y beneficios que garantizan alta rentabilidad a los grandes capitales contenidos en el RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones) son un factor clave para desarrollar ambos sectores, que ya, aun sin este régimen, venían creciendo exponencialmente en los últimos años. Las exportaciones mineras se incrementaron 33,8% interanual en septiembre y en lo que va del año, crecieron 7,7%, situándose 15,1% por encima del nivel promedio 2010-2023. En cuanto a las exportaciones del sector energético, Argentina registró en noviembre un superávit de la balanza comercial energética de más de 514 millones de dólares y acumula 4.806 millones en los primeros 11 meses del año por el crecimiento de las exportaciones y una fuerte caída de las importaciones.
Así como la industria catamarqueña enfrenta escollos muy difíciles de salvar, la minería y en particular las explotaciones de litio y las que se encuentran aun en etapa de exploración, presenta excelentes perspectivas de crecimiento. El desafío es cómo lograr que los buenos números de la macroeconomía terminen impactando positivamente en la calidad de vida de los ciudadanos catamarqueños y propiciando un desarrollo armónico de todos los sectores económicos y no solo en el de los ganadores del modelo.