Con cierta frecuencia, el Gobierno provincial viene insistiendo en su preocupación por la baja de la natalidad en Catamarca porque obliga a la gestión a reformular políticas públicas. En ocasiones, esa premisa es presentada como una oportunidad para disminuir el gasto del Estado, lo que es parcialmente cierto.
Sin embargo, lo importante es ser cuidadoso y cauteloso en los mensajes para no tirar por la borda los logros obtenidos en los últimos años en materia de disminución de embarazos no deseados en la adolescencia.
Lo cierto es que la tendencia mundial por parte de las mujeres es a tener menos hijos o formar familias más pequeñas. Esto implicó un gran cambio cultural y social en relación con nuestras abuelas y con la estrategia para la formación del país, en el siglo XVIII, cuando el ex presidente Domingo Faustino Sarmiento convocaba a poblar la Argentina.
Según datos del Banco Mundial, en los años 60, la tasa de fecundidad en el mundo -es decir, el número de hijos por mujer-, era de 5,3. Actualmente, esa tasa es del 2,2. Uno de los factores que explica la disminución de la tasa de natalidad es la mayor capacidad de control de la fertilidad por parte de las mujeres, quienes hoy pueden decidir si quieren ser madre y cuándo.
Un informe de la Dirección Nacional de Población, de octubre del año pasado, señala que en Argentina hubo una disminución en la cantidad de nacimientos en las últimas cuatro décadas, lo que implica que es una tendencia que ya venía ocurriendo y no una situación reciente. La Tasa Global de Fecundidad (TGF), que mide la cantidad de hijos que en promedio tiene cada mujer, se ha reducido en un 54,5% entre 1980 y 2021, lo que se traduce en una disminución de la TGF de 3,3 a 1,5 en 2021, es decir menor al indicador mundial.
Hasta hace pocos años una preocupación constante eran los embarazos no deseados. La implementación de ESI en las escuelas y del Plan ENIA mostraron resultados en poco tiempo. En Catamarca en cuatro años, la Tasa Específica de Fecundidad Adolescente (TEFA) temprana (10 a 14 años) bajó 32,2%, la TEFA tardía (15 a 19 años) bajó 53,5% y la TEFA total (10 a 19 años) bajó 53,1%. Los datos de 2022 y 2023 elevan esa cifra total a casi el 60% en el período.
Más allá de las cifras es importante ser cuidadosos con el mensaje que se difunde desde el Estado. Desde el Plan ENIA recordaron que el embarazo y la maternidad en la adolescencia constituyen un serio problema social y de derechos humanos, en tanto trae aparejados mayores riesgos para la salud en el periodo perinatal para la adolescente y su hijo o hija, contribuye a la interrupción de las trayectorias escolares de niñas y adolescentes y repercute en inserciones precarias en el mercado de trabajo.
En definitiva, es necesario planificar el futuro sin olvidar los riesgos de problemáticas que ya fueron superadas.