Durante los últimos meses de 2023, Argentina se encontraba en una encrucijada crítica. Con una inflación descontrolada, récord de déficit fiscal, impuestos altísimos, la deuda externa en crecimiento, miles de millones de pesos emitidos, y una economía completamente destruida, el país estaba al borde de un colapso que lo podría haber llevado a una situación igual a la Venezuela.
La gestión económica de las administraciones anteriores, especialmente la del último gobierno kirchnerista de Alberto Fernández, había generado un panorama de desesperanza en la sociedad, con jóvenes y familias escapando del país.
Los controles cambiarios, la intervención estatal en la economía y una continua dependencia del gasto público excesivo ponían a Argentina en una senda peligrosa, cada vez más difícil de evitar.
Frente a aquel escenario crítico, el pueblo argentino tenía dos opciones: Votar por un cambio, liderado por Javier Milei, o votar por el kirchnerista Sergio Massa, que representaba la continuidad de un modelo que hubiera condenado para siempre el futuro del país.
Sin embargo, la victoria de Milei en las elecciones presidenciales de 2023 representó un cambio de rumbo sin precedentes en la historia de Argentina.
El economista libertario llegó al poder con un mensaje claro: terminar con el gasto público, el déficit fiscal, la emisión monetaria, reducir el tamaño del Estado e impulsar una economía abierta y competitiva.
En su discurso de victoria, Milei enfatizó la necesidad de salir del infierno en el que Argentina estaba sumida, un país que había quedado al borde de la peor crisis de su historia, con la posibilidad de que haya una hiperinflación del 15.000%.
Frente a esta situación, el presidente argentino explicó la urgencia de implementar reformas estructurales profundas las cuales, a pesar de ser duras, eran la única forma de salvar al país. Estas medidas fueron bien recibidas por el pueblo, los sectores productivos y empresarios, que veían una oportunidad para recuperar la estabilidad económica que se había perdido hace décadas.
Desde su asunción, el Gobierno de Milei implementó medidas firmes para estabilizar la economía. La reducción del tamaño del Estado, del gasto público, del déficit fiscal, la emisión cero y la desregulación económica fueron la clave para restaurar la confianza en los mercados.
A pesar de la resistencia inicial, especialmente en los sectores vinculados al kirchnerismo y la izquierda, hoy, a un año de la asunción de Javier Milei, se puede afirmar que las reformas tuvieron éxito y las señales de recuperación son claras.
Las proyecciones económicas para 2025 y el futuro mejoraron notablemente. El país ya no discute cuando «explota la crisis«, sino cuando comienza a «crecer la economía«.
Según los informes de numerosas entidades financieras y expertos, el próximo año Argentina podría alcanzar tasas de crecimiento cercanas al 6, 7 o hasta 8%, todo gracias a las reformas implementadas, que hicieron posible la estabilización de la economía y la reducción de la inflación.
Los estudios indican una caída drástica en la inflación, que estaría por debajo del 30%, junto con un aumento en los salarios reales y una notable reducción de la pobreza.
De esta manera, Argentina logró evitar que se siguiera el mismo camino que Venezuela, cuya economía se destruyó bajo las mismas políticas que se estaban implementando hasta hace muy poco tiempo.
A día de hoy, el país dejó atrás el modelo que lo había llevado al borde de la peor crisis de la historia. La inflación, el déficit fiscal, el aumento de la pobreza y la crisis económica es algo del pasado. Con un liderazgo decidido, la Argentina de Javier Milei ahora tiene la oportunidad de encaminarse hacia un futuro de crecimiento económico sostenido.
Estos primeros 12 meses de gobierno fueron testigos de una administración decidida a ir hacia el camino de la prosperidad y de implementar las reformas estructurales necesarias para sentar las bases de un futuro prometedor para Argentina.